Plaza nueva

Luis Carlos Peris

Las cosas son como son

ESPAÑOLITO que vienes al mundo te guarde Dios, una de las dos Españas ha de helarte el corazón". No pasa el tiempo por esta aseveración metida en verso por la pluma feraz de Antonio Machado. En cuanto pasa algo en esta tierra de garbanzos, como del rayo se forman dos bandos que dirimen la cuestión con más insultos que razonamientos y con más descalificaciones que argumentos. Españolito que vienes... No pasa el tiempo por este pensamiento en verso que viene precedido por el de "ya hay un español que quiere vivir y a vivir empieza entre una España que muere y otra España que bosteza". Lo de las dos Españas puede extrapolarse a cualquier cuestión, aunque sea en algo tan poco trascendente como es el mundo del fútbol, mundo proceloso y que tantas pasiones arrastra, de las bajas y de las otras, entre la España que muere y, más que nada, por la que bosteza... cuando no hay partido.

Esta semana nos ha tocado vivir cómo se han abierto dos trincheras a cuenta de un suceso futbolístico en el que el Sur se ha visto sojuzgado por el poderoso Norte. Habitualmente, el Norte puede con el Sur en los asuntos más pragmáticos, principalmente en el económico. Suele ganar la batalla y, por supuesto, la guerra en cualquiera de los pleitos que se dirimen. La leyenda de la debilidad sureña, esa tan gráficamente retratada en el Mezzogiorno, se ha cumplido una vez más cuando por culpa de la cerrilidad de un sureño, el Norte sacó una pesca considerable de las aguas que removió un tipo con sesera de mosquito y puntería que hubiese hecho palidecer de envidia al mismísimo Guillermo Tell. Un sureño que ejerció, parece que involuntariamente, de quintacolumnista para que la partida la ganasen los de siempre.

Y a partir de ahí, la discusión entre partidarios de uno y de otro, entre furibundos corresponsales que han adoptado las más avanzadas tecnologías como armas arrojadizas contra todo lo que disiente de sus convicciones. Así, los correos electrónicos han funcionado con fruición para el insulto, la descalificación y las presunciones sin pies ni cabeza. Las dos Españas de nuevo, las churras y las merinas, el tocino y la velocidad, el Norte y el Sur, el rábano habitualmente por las hojas para una interpretación tan sesgada como sectaria de las posiciones ajenas. Españolito que vienes al mundo te guarde Dios, una de las dos Españas, o de las muchas Españas que haberlas haylas, seguirá helándote el corazón te pongas como te pongas, creas lo que creas, haga sol o viento y frío. Se ha comprobado con algo que debiera ser tan poco importante como el fútbol, pero habrá que convenir que si hace un siglo, la plaza de toros era una especie de parlamento popular, ahora es el fútbol, españolito que vienes...

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