Puerta de los palos El Fiscal

Más del coste del Pregón

HASTA que el Consejo firmó un convenio para que una caja de ahorros pagara la edición del Pregón, el orador debía sufragarse el libro si quería que sus palabras no quedaran en el Lope de Vega o el Maestranza, aunque en algunos casos más le hubiera valido. El buen hombre tenía que correr con los gastos del piscolabis a los señores del Consejo en su casa la noche de la designación, con los gastos de la recepción oficial a las autoridades y con los gastos de las invitaciones de más que pidiera a la institución para atender a sus compromisos. Y de recibir, ni un euro. Y eso que ha habido pregoneros a los que el pregón ha podido restar más que aportar, por lo que no se cumplía aquello de ya está usted pagado con la notoriedad que ha logrado con este acto, porque no se ha visto usted en otra. Lo que habría que ver, por cierto, son las cifras de las ventas de los pregones editados en los últimos años. ¿Recuerdan aquella hermandad del Martes Santo donde estuvieron apilados decenas de ejemplares durante años? Para que luego duden de la caridad de las hermandades.

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