El periscopio

León Lasa

¿Hay crisis en la Patagonia?

ESTAMOS sobresaturados de titulares apocalípticos que colocan al continente europeo al borde del colapso, y a este país en una situación de emergencia económica. Es posible que hasta un niño de primaria sea capaz, a base de oírlo en televisión, de debatir sobre las consecuencias del exceso del déficit español, la abultada deuda pública, la insuficiente gestión del Gobierno, la necesidad de flexibilizar el mercado laboral para atajar (abaratando el coste de la contratación y del despido) el problema del paro, la insostenibilidad de la estafa generacional que es hoy el sistema de pensiones, etc., etc. Por eso me ha parecido interesante realizar un corto viaje -virtual- a una tierra periférica, a trasmano de los Imperios Centrales, para ver si también allí, en la Patagonia, están obsesionados con el diferencial de la deuda respecto al bono alemán. Y decido ubicarme en Río Gallegos, esa pequeña población austral, y leer alguno de sus periódicos.

En el Tiempo Sur (www.tiemposur.com.ar) las noticias principales son la colisión de dos automóviles en la confluencia de las calles Tucumán y Belgrano y que se está en vías de solucionar el conflicto pesquero en el Golfo de San Jorge. Y en La Opinión Austral (www.laopinionaustral.com.ar) se destaca la clasificación de Banfield para los cuartos de final. Nada, o casi nada, sobre todo aquello que a nosotros se nos antoja de crucial importancia para el planeta Tierra.

Pero es que, además, reconociendo la dificultad relativa de los momentos que atravesamos, si a un habitante de la Patagonia lo colocáramos en medio de cualquiera de nuestras ciudades, de una carretera en fin de semana, de una playa, o de una feria, y le dijéramos que "estamos en una crisis económica sin precedentes", el tipo nos miraría alucinado creyendo que no estábamos haciendo otra cosa que tomarle el pelo. Porque, ¿es realmente esto una crisis? ¿O más bien nos enfrentamos, en Europa, a un cambio de paradigma social tal y como lo hemos conocido en los últimos cincuenta años? ¿No cabría preguntarse si una gran parte del problema que se cuece en el continente proviene, además del evidente hecho de vivir por encima de nuestras posibilidades, de nuestra incapacidad para convencer al resto de los países, en particular a los asiáticos, de las bondades de nuestro sistema de bienestar social? En un mundo definitivamente globalizado, ¿es posible seguir observando y defendiendo derechos como trabajadores que ignoramos como consumidores? Me temo que no. O una cosa o la otra. De momento, en estos tiempos convulsos, he vuelto a abrir En la Patagonia, de Chatwin.

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