desde mi córner

Luis Carlos Peris

A por la cuarta plaza desde ya

El vértigo de este calendario tiene de bueno la posibilidad de desquitarse de una decepción como la de la Copa

CALENDARIO de vértigo el que padecen algunos y disfrutamos muchos es lo que nos trae enero con su cuesta y su canesú. Bueno, pues la vertiginosidad del calendario con su posibilidad de desquite es lo mejor que puede ocurrirle a un equipo que sale de una decepción. Decepción casi tan fuerte como la sufrida en agosto con el Hannover fue la del pasado miércoles en Copa del Rey con el Valencia, que si ya es decepcionante caer por el valor doble del gol en campo contrario, peor aún es que los clavos donde agarrarse vayan cediendo uno tras otro para que a la mitad del río ya sólo quede uno, el del cuarto puesto liguero.

Es un cuarto puesto que parece no querer nadie a excepción de ese Levante que lo agarró por no se sabe cuánto tiempo, pero que no parece con la entidad suficiente como para mantenerlo en propiedad así que llegue el mayo hermoso y florido. Cuarto puesto que ahora está a seis puntos de distancia para un Sevilla que ni siquiera habita ahora en ese segundo premio continental que es la Liga Europea. Cuarto puesto que se ve lejano, pero al que tiene el Sevilla que empezar a optar a partir de las seis de esta tarde en todos los relojes de Nervión. Además, el que llega es un Espanyol plagado de bajas importantes y castigado por su sinvivir del miércoles con el Córdoba.

No puede, por tanto, el Sevilla dejarse ir ni un minuto más y la medida más oportuna, lo que procede de forma urgente, es tomar al toro por los cuernos como tomó al Valencia en el arranque y en el final del pleito copero, pero sin desmayar, sin parecer un equipo gaseoso que va perdiendo la fuerza hasta parecer ido del juego. Ya sé que la tarde muerde y que el personal no está para bromas, pero, por eso mismo, no hay otra salida que la de hacer que el Espanyol muerda el polvo. A estas alturas de partido no sé si jugará Kanoute o una vez más será utilizado in extremis, Marcelino sabrá lo que hace, pero en un mundo lleno de urgencias, este Sevilla es el rey.

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