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La tribuna económica

Rafael / Periáñez

Un debate de IVA y vuelta

SE cerró el debate de la existencia o no de crisis; se planteó de inmediato el de sus orígenes, y sin haberle dado aún una respuesta convincente, ahora se abre otro nuevo: el de las medidas a adoptar. A cada propuesta que se barrunta en el horizonte se abre una nueva controversia, y esto parece el cuento de nunca acabar. Si está claro que la rapidez ya es en sí misma una medida, debatir sobre si eran galgos o podencos se me antoja improcedente; pero visto que las cosas se plantean así -y como se dice por mi tierra- entraré al trapo.

Esta crisis se ha planteado con tal virulencia y se extiende con tanta rapidez que las medidas que se adopten han de tocar rápidamente y en simultáneo muchos frentes. Las crisis sectoriales (salvo excepciones, y siempre dependiendo del sector), suelen ser graduales, dejando sentir poco a poco sus efectos sobre otros ámbitos económicos interrelacionados. Sin embargo, cuando se trata del mundo financiero, es como si la sangre de un ser vivo se corrompiese: al poco todo el organismo comienza a fallar.

El Gobierno británico ha decidido bajar el IVA y las recomendaciones que vienen de Europa apuntan en la misma dirección, aunque nuestro ejecutivo parece mostrarse contrario a la medida. Como ya empieza a ser habitual en esta crisis, los agentes económicos y hasta los partidos dicen ahora todo lo contrario de lo que decían antes. El caso de los empresarios es paradigmático: siempre han pedido bajar el IVA y, sorprendentemente, ahora abogan por subirlo. ¿Qué está pasando? ¿En qué esquizofrenia estamos entrando? ¿No es lógico pensar que una bajada del IVA incentivaría el consumo y, por ende, las ventas de las empresas? ¿Desde cuándo los partidarios del liberalismo han querido más impuestos? Esto no hay quien lo entienda, dirá más de uno.

Pero al partido gobernante tampoco es que se le entienda mucho. Ante situaciones como ésta, la actuación de un Gobierno de izquierdas (y lo han hecho no hace demasiados meses) suele consistir en ayudas directas a las familias vía gasto público. No es que bajar la tasa de IVA sea desembolsar directamente fondos públicos; pero, indirectamente, el resultado es similar, ya que (si se hace de manera selectiva y se obvian las bajadas impositivas en ciertos productos suntuarios) el efecto llega rápidamente al común de las familias menos favorecidas. Aunque sólo fuera una medida temporal, el efecto sería inmediato. Quizás, si no se contempla tal posibilidad, la razón haya que buscarla en el posible efecto negativo que tendría volver los tipos a su estado actual, cuando la tormenta hubiese pasado… y las elecciones estuvieran cerca.

Pero, y lo de los empresarios ¿cómo se explica? Quizás me equivoque, pero me temo que la intención es amplificar el efecto financiador del impuesto para las empresas. Entre que lo recaudan y lo ingresan por diferencia gozan durante un tiempo de dinero barato. Vuelta a lo mismo. ¿Cuándo podremos ver a alguien que estando al borde del ataque de nervios tenga altura de miras?

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