VALE, Gaspar Zarrías, aceptamos que el acuerdo PSOE-PNV que traspasa al País Vasco las competencias sobre políticas activas de empleo no rompe la caja única de la Seguridad Social. Vale que las bonificaciones a los empresarios por contratar parados se fijan por el Gobierno de la nación y que la Seguridad Social recibirá las cuotas correspondientes, aunque las gestione el Gobierno vasco. No habrá merma.

Pero subiste el problema de fondo: el Estado sigue debilitándose y las comunidades autónomas fortaleciéndose. Para que no haya agravios, se prevé que desde el 1 de enero próximo todas las autonomías que hayan reformado sus estatutos y recojan el derecho a gestionar dichas políticas recibirán las transferencias correspondientes. En esa situación se encuentran Andalucía, Cataluña, Valencia y otros territorios. En todos ellos se producirá el mismo fenómeno, el Estado pierde poder y las regiones -y nacionalidades, naciones y comunidades nacionales, que nadie se enfade- lo ganan.

Un fenómeno que parte del equívoco que nos acompaña desde la Transición, a saber, que toda descentralización es buena por sí misma. Como establecimos en la Constitución el Estado de las Autonomías, hemos creído que mientras más engorden las autonomías, mejor quedarán defendidos los intereses de sus ciudadanos. En muchos casos es así, pero en otros no, en otros lo que ha mejorado es sólo la burocracia y el poder de las élites políticas territoriales. La Administración, en vez de simplificarse y ahorrar, se ha complicado y es mucho más costosa. Dos ejemplos: ahora lamentamos que los estudiantes reciban enseñanzas distintas según donde vivan, y el Gobierno intenta crear un órgano de gestión nacional de las aguas de los ríos porque ese bien común de los españoles ha sido expropiado por las comunidades autónomas que se niegan a compartirlas con los vecinos. Ahora hay que recorrer el camino inverso para preservar la solidaridad interterritorial e interciudadana.

Vale, Zarrías, no se rompe la caja única, pero eso no suaviza para nada la gravedad intrínseca del hecho de que el legítimo Gobierno vasco del compañero Patxi López haya sido ninguneado por una negociación realizada no sólo a sus espaldas, sino -en el caso del PNV- expresamente en su contra, para evidenciar que los nacionalistas son más productivos para el País Vasco que los socialistas, que exigen más y obtienen más. No es nada nuevo. Antes que Zapatero, González y Aznar, para conservar su poder, cedieron a los nacionalismos de las autonomías ricas más de lo que el interés general aconsejaba. Debilitando al Estado.

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