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LA Brigada de Investigación Tecnológica de la Policía Nacional concluyó la semana pasada una investigación que arrancó en verano de 2007 gracias al aviso de sus colegas brasileños: 121 personas detenidas y otras 96 imputadas es el resultado de la Operación Carrusel contra la pornografía infantil en internet. Sin embargo, y si se mantiene la estadística, menos de un 10% de los detenidos irán a prisión. A pesar de la reforma del Código Penal de 2003, lo cierto es que, de los 1.000 detenidos que se han registrado hasta ahora, sólo 30 acabaron en la cárcel, un ridículo 3% a pesar de que la repugnancia del delito destruye un concepto tan protegido en España como es la infancia. Entre los detenidos, había dos adultos que utilizaron a sus propios sobrinos para vejarlos y grabarlos. Las condenas por posesión de pornografía infantil van de uno a cuatro años en el caso de que no haya reincidencia, y lo que se pone de manifiesto es que el Código Penal no sirve de persuasión para este tipo de pedófilos. Ocurre que este tipo de personas pertenecen a perfiles de los más variados. Muchos de ellos son profesionales, están integrados, son localizables y no hay riesgo de que huyan, de ahí que en la mayoría de los casos no entren en prisión. Sí hay tremenda coincidencia: todos son hombres. La alarma social creada por el caso de la niña Mari Luz llevó al compromiso de aumentar las penas para los delitos sexuales contra los menores, que en la actualidad van de los 10 a los 14 años, así como a la creación de un registro de pederastas, donde es de suponer que también deben quedar inscritos los condenados por utilizar pornografía infantil, no digamos ya los productores. El trabajo de la ciberpolicía es cada día más eficaz y sus actuaciones, potentes, debido entre otras razones a la gran colaboración que prestan los cibernautas habituales, muchos de ellos dedicados a la caza de este tipo de imágenes en la red, pero es preciso amarrar mejor la recopilación de pruebas, así como introducir reformas legales para que estos delincuentes cumplan penas y éstas sirvan de persuasión. Es tal la impunidad en que sienten moverse que en la red hay foros donde se reivindica el consumo de este tipo de pornografía y se dan consejos para esquivar los sistemas de vigilancia policial.

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