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Desde mi córner

Luis Carlos Peris

De la depresión a la desmesura

Con Edu de mascarón de proa para el optimismo, el bético ha cambiado de ánimo mediante un triunfo tan sólo

PASAMOS de la depresión a la euforia en un momento y en el Betis no tenía por qué ocurrir de forma diferente. Se pasa de hacer cuentas para no bajar a pensar en un lugar en la UEFA y no es serio esto. Lo serio sería en un club con tanta gente detrás, con tantas sensaciones sentimentales en su valija, que la posibilidad de un descenso no se contemplase de ninguna de las maneras. Porque, a ver qué equipo con 40.000 fieles cada domingo por mucho frío que haga, ventee o llueva va a perder el tiempo en preocuparse por sobrevivir, únicamente por sobrevivir y no por lo que es faro y guía de los de su clase, un puesto al sol europeo.

Ahora, con el optimismo que da un triunfo tan brillante como el del sábado sobre el Realísimo, los ánimos del bético se han disparado de forma inusitada. Es lo natural, aunque parezcan ilógicos unos dientes de sierra tan pronunciados en el estado de ánimo. Y en el punto más alto de esta catarsis anímica, un futbolista, un grandísimo futbolista que se ha encaramado al podio más alto en el corazón del bético, el brasileño Edu. Futbolista de los auténticos, resultó clave en su primer año para formar un tridente capaz de traerse un título para Heliópolis. Y es que aquel año con Joaquín y Oliveira, Edu anticipó mucho de lo que en estos momentos le está ofreciendo al Betis.

Edu es el ejemplo del futbolista que hay que fichar para que un equipo mejore y crezca. Y ahora que ya no están esos compañeros con los que tan bien se compenetraba, él es la luz que ilumina a este Betis que ha vuelto a ilusionar a su gente mediante la proeza de remontar un partido como lo remontó la noche del sábado con el Realísimo. Lo malo es que el fichaje de Edu no gozó del acompañamiento de gente de su clase, sino que fueron demasiadas las medianías que llegaron para convertir al Betis en un equipo que no se correspondía con el caudal humano que le sigue. Pero hay que ver las vueltas que da el fútbol con la medicina de un triunfo, uno tan sólo.

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