FANTÁSTICA disertación y magnífico golpe sobre la mesa santanderina la que dio el Sevilla en la lluviosa noche cántabra. El crédito de Jiménez se rehace, sobre todo por ese descubrimiento de Fazio por delante de la defensa y que hace que la marcha de Poulsen no inquiete como antes. Impresionante el joven argentino en la forma de guardar la ropa y también de nadar, en la manera de hacer la raya por delante de los centrales y por el daño que provoca cuando, en jugadas de balón quieto, va al abordaje tanto por tierra como por aire, tanto con el pie como por cómo se impuso a un gigantón como César Navas en el primer gol.

Espléndida reacción del Sevilla tras aquella noche triste de Murcia en que la gente vino con ganas de apagar la luz y de cerrar la tienda. La impotencia mostrada ante el descendido equipo de Clemente hizo que hasta el fantasma de la Intertoto sobrevolase la vertical del Sevilla. Afortunadamente, lo peor que puede pasar ya es algo que hasta hace nada se consideraba como el gran premio del año, participar en la Copa de la UEFA. Y esa pedrea está ya asegurada porque el equipo ha vuelto a comportarse como eso, un equipo, y porque los grandes talentos del plantel continúan surgiendo siempre que son requeridos y llegan los goles y los triunfos.

En la otra orilla futbolística, el Betis vio cumplido el triste objetivo que le fijan, el de salvar la categoría. Y lo consiguió antes de lo previsto gracias al trabajo de un hombre de fútbol auténtico, cabal. Y la gran infantería verde, blanca y verde, cuando todo se había confirmado estalló contra el equipo porque ¿contra quién iba a estallar? Si el objetivo de sus quejas, como tantas veces, no estaba presente, pues la queja fue contra su obra, contra ese equipo en el que tantos desmañados tienen acomodo. Ahora, las dos orillas coinciden en un derbi que durante el curso se preveía dramático para el Betis y que ha derivado a que sea de obligado cumplimiento para el Sevilla.