La ciudad y los días

carlos / colón

De despelotes y sóviets

QUE Carmena ponga en marcha el día sin bañador en las piscinas municipales madrileñas es lo lógico en una corporación que tiene como responsable del Área de Políticas de Bienestar, concejala y portavoz a una señora, Rita Maestre, que se mete con las tetas al aire en la capilla de la Complutense. Sean ustedes lógicos y déjense de prejuicios: quienes creen que irrumpir en toples en una capilla es libertad de expresión deben considerar de lo más normal bañarse en cueros en las piscinas públicas. No sé si entrarán también en el lote las de los centros deportivos municipales, en cuyas aguas es obligatorio sumergirse usando gorro de baño. Sería curioso ver a unos señores y unas señoras con la cabeza protegida para no llenar de pelos el agua mientras remojan las pilosidades de sus países bajos. Salvo que se hagan excepciones para los depilados y depiladas. Es lo malo que tiene andar meneando las normas, se empieza y no se acaba.

Entusiasmado por la iniciativa de Carmena, el naturista Ismael Rodrigo nos ha regalado estas interesantes palabras: "Lo que pretendemos con este día es educar, transmitir nuestros valores, que son los valores occidentales, incluso de los cristianos, si me apuras. El cuerpo no tiene nada criminalizable y la mejor manera que hemos encontrado de transmitirlo es esta". Hombre, tengo mis dudas sobre si ponerse en pelotas es un valor occidental y cristiano. Lo que sí sé es que hay muchas actividades relacionadas con el cuerpo que se hacen en privado y no por eso están criminalizadas. Y partes del cuerpo que a mucha gente no le apetece mostrar sin que ello quiera decir que las consideren criminales. Afirmar que quien no se pone en pelotas criminaliza el cuerpo o es víctima de un prejuicio es tan estúpido como, desde el lado opuesto, decir que quien se baña en cueros es un guarro o un exhibicionista.

Más seria que esta pantomima es la iniciativa de los jurados vecinales y los gestores de barrio que atufa a los Comités de Defensa de la Revolución cubanos organizados por manzanas (cuadras allí) y barrios, directamente inspirados en los soviéticos. Recuerden al camarada Yelkin, delegado local del sóviet, y a la camarada Kaprugina, presidenta del comité de residentes, que reciben a Zhivago cuando regresa del frente reprochándole que en su incautada casa "había espacio para trece familias". Pues eso. Y esto es más serio que la patochada de las piscinas.

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