QUE Dios reparta suerte suelen decirse los toreros recién liados en el capote de paseo, que Dios reparta suerte para que la hora suprema no venga acompañada de malos rollos y de peores consecuencias. Bueno, pues podríamos parafrasear a los toreros ante un día que se antoja trascendental para el futuro de nuestras vidas. Seis meses después de aquel fiasco prenavideño, otro domingo ante las urnas, pero no se trata de un domingo más de elecciones. Estos seis meses de gobernantes sin gobernar y de legisladores sin legislar que no renunciaron a la soldada han hecho mella en este pueblo tan a la deriva, tan al pairo y tan cabreado con todo lo que se mueve. Cabreado con motivo, pero debiendo darse cuenta de que no se ha tenido por qué tocar fondo y de que viene un futuro que podría hacer que se recordase con nostalgia el presente. Que Dios reparta suerte.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios