Fragmentos

Juan Ruesga Navarro

El día que viene

UNA de las características de nuestro tiempo es la inmediatez. En algún caso por la aceleración de los procesos y también por la precariedad e inseguridad de planear a largo plazo. La expresión "el día de mañana" suena en nuestros días casi decimonónica. Anticuada, pasada de moda. Creo que no la oigo desde la infancia, cuando mayores y maestros nos aconsejaban estudiar y prepararnos para cuando llegara ese día. Después sustituimos esa expresión por el año que viene, la temporada que viene, el mes que viene, la semana que viene y creo que estamos a punto de incorporar la expresión el día que viene. Es la unidad de tiempo de los planes que podemos hacer sin demasiado temor a equivocarnos. Un día. El próximo. Que no es lo mismo que mañana. Mañana lo determina el calendario. El día que viene es el lapso de tiempo en que tienen vigencia los planes.

Algunos amigos me han comentado que en mis últimos escritos hay un cierto tufo pesimista. Puede ser. Es difícil sustraerse a las dificultades por las que estamos pasando como sociedad. Y sobretodo si miro a la mayoría de colegas y compañeros de profesión y de generación. No son los mejores tiempos que hemos conocido. Muchos jóvenes profesionales se están marchando. En cualquier familia hay ejemplos. Para completar la imagen, hoy quiero comentar otra realidad que también convive entre nosotros.

Afortunadamente estoy participando en nuevos proyectos en los que colaboro con jóvenes profesionales. Y veo que afrontan con decisión y confianza tanto el día que viene como el día de mañana. Aquí, en Sevilla, surgen nuevas ideas y proyectos empresariales protagonizados por hombres y mujeres que apenas pasan de los treinta. Están poniendo en marcha pequeñas empresas e iniciativas, a la vez que tienen hijos.

La tecnología y las redes sociales les permiten ser muy locales y al tiempo tener sentido de la universalidad. Se han educado con esmero, licenciaturas, un máster, idiomas, estudios en el extranjero. Están preparados para trabajar en cualquier parte del mundo y lo están intentando aquí. Y no responden al estereotipo del yuppie de los pasados años 80 y 90. Les voy a dar algunos nombres y ocupaciones como pistas. La información completa la tiene en internet y las redes sociales. Por ejemplo, Faccendo, que se define como consultoría de estrategias culturales, potenciando los vínculos emocionales de su territorio y activando líneas de rentabilidad. LAB Sevilla, especializado en comunicación visual. Engranajes Culturales, dedicados a lo que definen como ocio cultural activo. Lugadero, que se define como un grupo abierto que idean y construyen lugares desde la arquitectura, la sociología y otras disciplinas. Cultareo, que se dedica a la cultura y al cuchareo, buena síntesis. Background, posproducción audiovisual. La productora cinematográfica Saint Denis. Y otras muchas que sería prolijo comentar aquí. Todas esas iniciativas y las personas que les dan vida, también son Sevilla. Aunque no las haya oído nombrar. Es más, son la Sevilla del día que viene pero también la Sevilla del futuro. Así lo creo.

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