EN su discurso de investidura y en los inicios esperanzadores de su mandato el presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, defendió con fuerza la idea de que el mérito y la capacidad de las personas debían ser el criterio prioritario en la designación de los cargos públicos. Era coherente con su apuesta por la educación y la formación como instrumentos decisivos para asegurar el progreso de la comunidad autónoma. El hábito de promocionar a los máximos niveles de responsabilidad a militantes socialistas con más alto índice de lealtad partidista que de preparación ha seguido, no obstante, gravitando sobre la política de nombramientos y selección de personal. Ello es de por sí negativo y amenaza con ser enormemente contraproducente conforme la política se va haciendo más compleja y la globalización exige a los cargos públicos una capacitación que no se asegura ni mucho menos por la intensidad de su vida orgánica. Hay materias de gran importancia en la economía andaluza, por ejemplo, que requieren de esfuerzo y dedicación, como todas, pero también de profesionalidad y conocimiento. Consideremos la situación del sector agrario, cuyo crecimiento y desarrollo dependen cada vez más de las negociaciones que se desarrollan a nivel nacional y europeo. Llevamos un año esperando que la Unión Europea autorice el almacenamiento privado de aceite de oliva, y corremos el riesgo de que los intereses de Andalucía no estén suficientemente defendidos durante la negociación de los nuevos criterios de reparto de fondos para la Política Agraria Común, ante la posibilidad de que se reduzcan las ayudas que tan beneficiosas han sido para el campo andaluz. Y en eso influye poderosamente el escaso peso político de Andalucía en este contexto. Ni en las cumbres de consejeros autonómicos en el Ministerio de Agricultura ni en las reuniones técnicas previas, de segundo nivel, en las que se configura la voluntad común que ha de imponerse en España y defenderse en Bruselas la opinión de esta comunidad autónoma aparece impulsada con solidez, conocimientos técnicos y experiencia. En resumen, en los consensos que se buscan es muy importante que consejeros, viceconsejeros y secretarios generales ganen aliados con sus argumentos, personalidad y entidad política, que han de estar a la altura de la importancia estratégica de nuestra agricultura y de la propia Andalucía.

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