Desde mi córner

Luis Carlos Peris

La duda es qué Sevilla aparecerá

Sin olvidar que el Getafe ganó hace nada en Nervión, no se trata de una misión imposible para los de Jiménez

NUEVO capítulo apasionante en Nervión, rodeo donde se suceden las grandes citas, donde se dan las mejores citas que el fútbol de hogaño propicia en esta ciudad. Primer asalto para la ilusión de otra final más, que sería la séptima en el corto espacio de tiempo que va de mayo de 2006 a la fecha. Y nadie podrá decir que lo de esta noche en el coliseo de Dato es una misión imposible. Antes que nada porque para este Sevilla que juega como juega y gana como gana apenas quedan misiones de dicho tenor y en segundo término porque, con todo el respeto del mundo, el Getafe no debe ser un impedimento mayor.

Téngase en cuenta que los dos mayores reveses sufridos por el excelso Barça en el último lustro le sucedieron frente al Sevilla. El primero fue en Mónaco en agosto de 2006; del segundo no hace falta meterse en recuerdos porque está muy reciente, ergo no debería el Getafe ser el obstáculo que se cruzase en el camino del Sevilla hacia una final más. La única duda radica en qué Sevilla va a aparecer por la bocana de camerinos así que den las tardísimas diez de una fría noche de febrero. ¿Nos encontraremos al pragmático equipo que apeó al Barça del torneo y que se impuso al Valencia este domingo o al que se atasca hasta no poder con equipos de perfil sensiblemente inferior?

He ahí la cuestión, de qué pasta estará conformado el Sevilla de esta noche, por lo que bien podría decirse, nuevamente con todo respeto, que de quien habrá de tener cuidado el Sevilla es del propio Sevilla. No olvidemos que este Getafe que nos llega venció no hace mucho en este mismo escenario de hoy, que quien hace un cesto puede hacer un ciento y que, por tanto, el oso está demasiado vivo como para cortarse un abrigo con su piel. Es el primer asalto del escalón inmediatamente anterior de la final de Copa, de una final más, la séptima en cuatro años para un Sevilla en condiciones de volver a arrimar plata a unas vitrinas que se atiborraron en un soplo.

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