ESPAÑA necesita montar una campaña mundial para relanzar su imagen. Con toda la nación desolada por la tragedia de Barajas, Zapatero ha de acelerar su petición a los mandamases de la economía para que propaguen las bondades de un país del que ahora se habla mal por doquier, con las multinacionales presentando sus cuentas en Europa y achacando sus malos resultados al bajonazo de la actividad en España. Es injusto que nos endosen el error de sus previsiones, como si por decreto ley tuviéramos que ser clientes de Vodafone o Danone.

Con el negrísimo telón de fondo de las familias truncadas junto a la T-4, que es lo más importante e irremediable, el desastre aéreo tiene lugar en el momento clave de la temporada turística, con ingentes cantidades de extranjeros en nuestras costas y billete de vuelta para regresar por avión a su tierra. Y le puede dar la puntilla a una aerolínea como Spanair, absorbida por la escandinava SAS, que está en pleno y drástico proceso de reducción de empleo: 1.200 puestos de trabajo.

Animo a Zapatero a que no sólo utilice a personajes de proyección multinacional como Emilio Botín y César Alierta para hablar bien de España, emulando a Gasol en el anuncio televisivo que ha grabado para Nike. Hay que implicar a Amancio Ortega, a las hermanas Koplowitz, a Florentino Pérez y demás magnates, a la par que a Pedro Almodóvar, Javier Bardem, Penélope Cruz y Antonio Banderas, incluso a Ferrán Adriá. Y por supuesto a Nadal, Alonso, Torres y demás galácticos de nuestro deporte. Hagamos en España por vez primera una cumbre de españoles.

Lo primero es llorar a los muertos, atender a sus familias en todos sus derechos y extraer lecciones de una investigación a fondo para determinar si el accidente era evitable, pues parece que el avión, ya con los pasajeros a bordo, tenía problemas técnicos antes del fatídico despegue. Y, después, todos a una urbi et orbe, para plantar cara a este annus horribilis de crisis vertiginosa.