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Cuchillo sin filo

Francisco Correal

La economía va bien

PERRO no come carne de perro, se dice en el gremio para evitar la intromisión en asuntos del oficio. El definidor no entra en lo definido, diríamos versionando la socorrida cláusula de la definición. Pero en este caso la metáfora es tan simbólica que me voy a permitir la licencia de vulnerar ese latiguillo doméstico. Desde que el yerno de Cruyff, el cancerbero Angoy, desertó del balompié y se pasó al fútbol americano, no había visto un caso más palpable de desencanto genético: Blanca Fernández-Viagas, la hija periodista del primer presidente de la Junta de Andalucía, ha dejado la información política en la agencia Efe para pasarse a Economía.

Pocos días después de que Blanca me diera la noticia se cumplían treinta años de la constitución de la Junta de Andalucía bajo la presidencia del juez tangerino Plácido Fernández-Viagas. El bautismo político no se pudo celebrar en la iglesia de San Felipe Neri, porque el obispo de Cádiz denegó el permiso, y se celebró en la Diputación de Cádiz, que aquel 27 de abril de 1978, un año antes de las primeras elecciones municipales de la democracia, estaba regida por los estertores del posfranquismo. Plácido era en su penuria de medios un epígono del Plácido de Berlanga, aquel pícaro navideño interpretado por Cassen (Castro Sendra) en la más triste de las películas divertidas. Un presidente ninguneado por los gobernadores civiles, con un presupuesto enclenque y un gabinete de prensa formado por una sola periodista, Lola Cintado. Hoy todos esos parámetros han crecido exponencialmente. Y quizás por eso Blanca se ha pasado a los sin blanca de las páginas de Economía. Haría falta un Jaime Chávarri o un Ricardo Franco que juntara a los Fernández-Viagas para narrar el desencanto político como aquellos cineastas hicieron con los Panero.

Yo fui andalucista sin ser andaluz. Qué barbaridad. Me recuerda la reprimenda que Sábato le echa a sus noveleros compatriotas argentinos, tan europeístas, un sarampión del que están libres los europeos. Eran tiempos del fervor autonómico. Plácido está en mi memoria unido a aquellos referentes: Manuel Gerena, Pepe Suero, Pascual Carrión, Triana y Alameda, Gualberto, Emilio Lemos Ortega, Carlos Cano. Recuerdo que por medio de Mercedes de Pablos le llegó a Plácido mi ejemplar de la novela de Steinbeck Las aventuras del rey Arturo y sus nobles caballeros. ¡Que delicia! Política y aventura eran entonces sinónimos. Hoy apenas quedan nobles, a Dios gracias, pero tampoco, qué desgracia, caballeros. Y Blanca se ha pasado a la Economía. Que según el marxismo canónico es la verdadera política. Mientras que la otra es un entretenimiento palaciego. De la administración de los sueños a la de las cosas.

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