VOTAR es ejercer plenamente de ciudadano e implicarse de forma efectiva en el futuro de la sociedad a la que se pertenece. Desde esta perspectiva, el voto es un derecho irrenunciable, pero también una exigencia social. La democracia representativa, con todas sus imperfecciones, es el sistema más eficaz que ha encontrado el ser humano para articular su vida en sociedad y la base de la democracia es, precisamente, el ejercicio del voto para designar a las personas que deben representarnos. En España, hoy, votar es además una forma de decirle a los terroristas que no tienen ni tendrán jamás fuerza para condicionar nuestra vida en común. El execrable asesinato del viernes -que hizo que por segunda vez la campaña electoral no pudiera llegar a término con normalidad por culpa de los terroristas- debe ser respondido con una asistencia masiva a las urnas que demuestre la salud ciudadana de nuestra democracia. En Andalucía somos más de seis millones los llamados a una doble consulta en la que tendremos que decidir que Gobierno queremos para España y también cuál va ser el color de la Administración de la comunidad autónoma durante los próximos cuatro años. Las elecciones en Andalucía -donde llevamos un cuarto de siglo de autonomía en el que los ciudadanos han optado siempre por el mismo partido- son doblemente importante y si hay argumentos para llamar a la participación en el conjunto de la nación, con más fuerza debe hacerse en Andalucía, donde nos jugamos más que en el resto de España. La coincidencia electoral ha hecho que durante la campaña los temas andaluces hayan estado semiocultos por el enconado debate nacional. Aun así, los andaluces hemos podido saber cuáles son las recetas de los partidos políticos para hacer frente a los problemas más acuciantes de nuestra tierra. Hoy tenemos una cita con nuestra responsabilidad como ciudadanos. Por nuestro propio bien, no debemos faltar.