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La crónica económica

Manuel Hidalgo

El ejercicio de la ralentización

EL año pasado, por estas mismas fechas, la coincidencia quiso que, como hoy, escribiera una de las últimas crónicas económicas del año. En aquel entonces me encargué de hacer un pequeño repaso de lo acontecido durante el año que languidecía y que al entender de numerosos analistas fue uno de los mejores desde 1996. Sin embargo, y a diferencia de entonces, en este caso enfoco mi mirada hacia lo que puede ser frente a lo que ha sido, ya que a la luz de los hechos acaecidos desde verano es mucho más interesante lo que se pueda decir sobre 2008 que volver a describir lo sucedido en 2007.

En una frase clara, 2008 será un año de moderada ralentización en el crecimiento económico. Lo cierto es que, aunque el consenso en la magnitud de esta ralentización no existe, está fuera de toda duda que así ocurrirá. Las previsiones macroeconómicas realizadas para el año que viene, a excepción de las del Gobierno, rebajan el crecimiento económico en más de un punto sobre la estimación para finales de 2007. Dos de los más reconocidos servicios de estudios privados nacionales, el del BBVA y el de La Caixa, calculan que el PIB avanzará entre un 2,4 y un 2,6 por ciento (2007 acabará entre el 3,7 y el 3,8 por ciento). Otras previsiones de organismos internacionales secundan esta previsión. Por ejemplo, la OCDE estima un crecimiento para España del 2,5 por ciento, mientras que el Fondo Monetario Internacional (FMI) lo cifra en el 2,7. Incluso ciertas voces lo sitúan ya en el 2 por ciento. Estas previsiones son todas inferiores a la presentada por el equipo del vicepresidente segundo, Pedro Solbes. Sólo la Comisión Europea, a través del comisario Almunia, apoya de momento las previsiones realizadas por la Moncloa, es decir, un 3 por ciento.

A pesar de esta variedad de cifras, lo meridianamente claro es que existirá ralentización. Dado que los elementos que definen la actual crisis financiera están lejos de disiparse, la probabilidad de que la economía de bienes y servicios se infecte de forma más intensa en los próximos meses es mayor. Además, el avance de la inflación en los últimos tres meses no ayuda a pensar que otra cosa pueda suceder. La presión que ejercen las fuertes subidas en el precio del crudo, de ciertas materias primas, así como de los alimentos básicos sobre los tipos de interés es muy elevada, por lo que no es descabellado afirmar que no existen, de momento, elementos que nos lleven a pensar en una rebaja de los mismos, sino más bien lo contrario. Si esto fuera así, es posible que el 2,5 por ciento sea una previsión optimista.

¿Qué ocurrirá con el empleo? Las previsiones son, asimismo, diferentes y variadas, pero de seguro que habrá una fuerte ralentización en la creación de puestos de trabajo, con lo que casi se asume por seguro una pequeña, en principio, subida del paro.

En resumen, abrimos un nuevo ejercicio con mucha mayor incertidumbre que los cinco anteriores. Sin embargo, desde estas líneas y suavizando los comentarios anteriores, no hay que ser alarmistas. El juego económico admite estos ajustes. Lo que debemos esperar es que, como según parece, nuestra economía afronte sólidamente la tormenta. Esperemos que así sea.

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