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La tribuna

enrique Belloso Pérez

Menos energía, más empleo

ES comúnmente aceptado que revelar la complejidad de la realidad es siempre un estímulo para la reflexión. La identificación de paradojas basadas en conceptos que a simple vista parecen simples y razonables ha impulsado importantes avances científicos y filosóficos. ¿Por qué es más barata el agua que los diamantes, cuando los humanos necesitan agua, y no diamantes para vivir? Y mientras tanto, a los ciudadanos no nos salen las cuentas en relación al empleo, sigue creciendo el paro. El subsidio público, las familias y las redes sociales están sosteniendo esta situación, instituciones como Cáritas no dan abasto. Es necesario reaccionar, hay que actuar. De lo que se trata es de mantener el empleo, de reconvertir sectores y de abrir nuevos cauces para contratar a jóvenes, y no tan jóvenes, para que puedan vivir, crear una familia, tener hijos. Todo ello es necesario para que nuestro país tenga futuro.

Sin duda, es difícil hablar de iniciativas que generen empleo, sobre todo si no se asumen como una tarea de todos. Más allá de planes y propuestas que llenan los resúmenes de prensa, hay ámbitos empresariales que podrían articular y aunar voluntades. Me refiero a un sector como es el de la construcción, muy tocado por la crisis, que sin embargo tiene que seguir siendo un motor de nuestra economía, en concreto a través de la rehabilitación energética de viviendas a gran escala. Aunque el precio de la energía eléctrica baje más de un 6%, y aunque siga bajando, es necesario ser más eficientes, esto jugará a favor del crecimiento económico y del empleo, y nos hará menos dependientes del exterior.

En España no se rehabilitan más de 40.000 viviendas al año, una cifra muy pobre en relación a Europa, donde el 42% de la actividad del sector de la construcción está relacionada con la rehabilitación. El Consejo de Ministros acaba de aprobar y remitir a las Cortes Generales un proyecto de ley que esperamos pueda dar seguridad jurídica al sector e impulse iniciativas; además se ha aprobado un nuevo Plan Integral de Vivienda y Suelo. Para disponer de un marco normativo idóneo se tendrán que modificar las leyes del suelo, de economía sostenible, de ordenación de la edificación y el propio Código Técnico de la Edificación, así como las leyes de propiedad horizontal, hipotecaria y concursal entre otras. Modificaciones complejas pero necesarias. También la oposición se mueve y presenta mociones y propuestas para animar al Gobierno a seguir avanzando, como la que se ha presentado en estos días en el Senado.

No obstante, sin colaboración público-privada no es posible llevar adelante este sector estratégico para la economía y el empleo. Las inversiones necesarias han de financiarse en su mayor parte con los ingresos que generarán las distintas acciones previstas, el objetivo sería que los particulares soporten el mínimo peso de la financiación. Las empresas de servicios, las utilies (telecomunicaciones, electricidad, gas), serían las primeras interesadas en implicarse, financiando infraestructuras, o la inversión de la actuación en su conjunto por medio de los ahorros energéticos futuros, capitalizándolos, pero necesitan un marco legal estable. Esta financiación deberá ir apoyada también con los instrumentos propios de las diversas administraciones públicas (subvenciones, créditos ICO, bonificaciones fiscales municipales), así como contabilizando los retornos vía impuestos de la actividad y el ahorro en prestaciones por desempleo, como ya se está haciendo en Alemania y Reino Unido, capitalizándose también la reducción de emisiones y los servicios urbanos complementarios.

Actuando a escala de barrio, en bloques de viviendas anteriores a 1980, colocando una segunda piel al edificio, instalando dobles ventanas o renovándolas, mejorando instalaciones, implantando renovables… se pueden generar miles de empleos además de impulsar sectores empresariales hoy en crisis y en retroceso. Así, de media se crearían tres empleos por vivienda rehabilitada, que sostenidos en el tiempo podría llevar a generar una gran bolsa de empleo. Pero se necesita una cierta seguridad jurídica, un sector empresarial que lo impulse y que crezca la conciencia social. Que los propietarios de las viviendas al hacer sus aportaciones diferidas en el tiempo, aun con las dificultades actuales, sepan que están contribuyendo no sólo a incrementar el valor de sus inmuebles si no activar la economía y reducir el empleo. En definitiva, rehabilitar viviendas reduce nuestro consumo energético, nos hace más eficientes y menos dependientes, y aumenta el empleo en un sector como la construcción que es, nos guste o no, uno de los sectores básicos de nuestra economía, y casi nos anuncia un nuevo modelo de desarrollo más cohesionado y participativo, a menos energía, más empleo, vaya paradoja.

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