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CON permiso del Selu García Cossío, las resacas electorales suelen retratar a los enteraos. No hay elección sin lección. Después de cada contienda electoral las urnas desvelan la inanidad de muchos políticos, analistas y contertulios que dogmatizan sin asomo de duda sobre lo que va a pasar... y no pasa. Tendrían que incorporarse a esa chirigota gaditana de sabihondos desahogados.

El mismo domingo un influyente periódico aseguraba en primera página que el bipartito gallego sólo podría estar en peligro si había mucha abstención. Que Dios le conserve la vista. Sólo unas horas más tarde ocurría que Touriño y Quintana perdían sus lujosas poltronas con una participación electoral muy alta. El mito de que la derecha se beneficia de la abstención y la izquierda se perjudica quedó arrumbado. Igual que la idea peregrina de que el PP se asienta sobre la Galicia rural y caciquil: donde más avanzó Feijóo fue en las ciudades. Otro periódico, también influyente, pontificaba que los resultados en Galicia se presentaban tan reñidos que el voto de los emigrantes iba a ser decisivo para decidir quién gobernaría la región. A las dos horas de iniciarse el recuento ya se tenía constancia fehaciente de que el PP obtenía la mayoría absoluta y que el voto de la inmigración sería irrelevante.

En el País Vasco, otro lugar común en los comentarios políticos y periodísticos es que no se podía ni concebir un escenario político sin el protagonismo del Partido Nacionalista Vasco, que ha estado gobernando allí casi treinta años. El diputado Erkoreka dijo ¡eureka! y lo formuló de esta manera: Patxi López tiene las mismas posibilidades de ser lehendakari que los cerdos de volar. Erkoreka, ¡los cerdos vuelan!: ahora mismo es bastante más probable que López sea lehendakari que lo siga siendo Ibarretxe, aunque anden amenazando y no quieran creerse que van a perder el poder en su tierra (como si Patxi fuera de Villanueva del Trabuco). Más diagnósticos precipitados: se da por sentado que el nacionalismo vasco es minoritario con respecto al no nacionalismo. Ojalá, pero sumen los votos de PNV, EA, Izquierda Unida-Madrazo, Aralar y los 100.000 nulos de los batasunos que han obedecido la consigna de ETA y se percatarán de que las ideas nacionalistas continúan siendo mayoritarias, aunque por poco. La sociedad sigue dividida.

A nivel de política nacional, los enteraos tampoco descansan. Hace dos semanas no daban un duro por Mariano Rajoy. Desde el domingo por la noche ya lo ven como triunfador aplastante de las europeas de junio, conseguidor de que se adelanten las elecciones generales y, por supuesto, ganador de éstas con la gorra.

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