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desde mi córner

Luis Carlos Peris

Dos errores que fueron decisivos

El Betis se dejó ir la posibilidad de dormir en la más absoluta felicidad, pero dos fallos arbitrales lo evitaron

GANAR representaba para la causa verde, blanca y verde la absoluta felicidad. Momentánea, tan sólo, pero felicidad al cabo. Y nadie de cuantos vieron el pleito entre el Betis y el Getafe dudará de que si debió haber un ganador, no otro que el Betis debiera haber sido el agraciado. Pero uno de los atractivos de este hermoso juego es que no ha de ganar necesariamente el que más méritos haya contraído a través del tiempo reglamentado. Un gol en propia meta precedido de dos fueras de juego mal juzgados fue el detonante para que el bético no se acostase anoche sumido en el nirvana de la felicidad más soñada.

Otra vez se dilapidaron muchos minutos de la primera parte, pues al fuego que Iriney ponía sobre el tapete se encontraba el Betis con el contratiempo de que ese fuego lo apagaba con hielo Juanma. ¿De qué jugaba el extremeño? Pegado a la banda, ni representaba ayuda para Nelson, al que Gavilán le daba la tarde, ni tampoco a Beñat e Iriney para que la superioridad numérica del Getafe en esa zona se paliase. Y la cosa empezaba con un paradón de Fabricio a Güiza, continuaba con un absurdo desperdicio de saques de esquina más unos dientes de sierra en los que el Betis pasaba de dominador a dominado en un juego de ida y vuelta inquietante.

Luego fue mejor el Betis de manera concluyente, Jorge Molina hizo un golazo y la alegría, alegría gorda, duró muy poco, sólo tres minutos. Y fue tras dos errores clamorosos de Muñiz. Primero señaló un inexistente fuera de juego a Rubén cuando éste iba a encarar a Moyá; botado éste por el Getafe, el balón llegaba a Valera, en flagrante fuera de juego no pitado, para que Dorado hiciese el resto. Un empate que a esas alturas del juego no era de recibo y que duró hasta el final, que en esta ocasión no hubo ese gol sobre la última campana que hubiera llevado al que tuerce en verdiblanco a coger la cama con la satisfacción por las nubes y sin echar de menos nada.

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