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Desde mi córner

Luis Carlos Peris

Los esbirros no tienen su gracia

La oferta que le permitiría seguir en el Betis es como lo de las cenizas en el tetrabrik, pero narrada por otros

PPOSIBLEMENTE su momento más glorioso fuese cuando narró como narró el caso de las cenizas de un bético que reposaban en un tetrabrik colocado en el despacho de Antonio Picchi. Ya ni Picchi está en activo ni Carlos Herrera en la tele, pero Lopera sigue conservando su vis cómica en perfecto estado de revista. Lo que pasa es que ahora pierden mucho las narraciones porque no las ejecuta de primera mano, sino que se vale de alguno de sus sicarios y ésos no tienen gracia para contar nada. Se desternillaba el personal con Lopera adobando de datos colaterales el caso hasta hacerlo hilarante, con una gracia indiscutible, pero...

Pero los relatos bajan mucho cuando cambian de mano y en vez de Lopera es un esbirro de los que tiene en las cloacas informativas que ha montado para, mayormente, insultar a béticos que no comulgan con sus manejos. Y es que resulta que el caso del tetrabrik ha resurgido con el mismo efecto hilarante a pesar de que ni protagonistas ni argumento tienen algo que ver con el de las cenizas de aquel bético. El caso, un chiste con todos sus avíos, es el de esos empresarios que han ofertado por sus acciones a precio desorbitado y con una sola condición, que él, Lopera, continúe en el club, en el Betis, en el todavía Real Betis Balompié.

Esbirros y corifeos aparentemente desinteresados lo han lanzado a los cuatro vientos y el personal ha roto en carcajadas después de pasar el sarampión de la sorpresa. ¿Alguien en su sano juicio podría comprarle el estanco a Lopera por un dineral para luego ponerlo de estanquero? Hay que ver cómo se supera sí mismo, cómo su histrionismo no tiene fronteras. Lástima que el relato no haya salido, como el del tetrabrik, de su boca, sino de bocas de ganso sin gracia alguna. Y si entonces, cuando Carlos Herrera y toda su audiencia se desternillaban de risa, ahora está a punto de llorar, no toda, claro, pero el sector bético lo hace sin consuelo posible, a moco tendido.

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