No creo que en las actuales sociedades avanzadas la causa primera de la violencia contra las mujeres, que por desgracia tantas veces llega al extremo del asesinato, sea el machismo o el patriarcado. Éstos -insisto: en las sociedades actuales avanzadas, otra cosa son aquellas en las que impregnan la legislación y las costumbres- tienen que ver con el también indeseable mal trato no violento que incluye restricciones a la libertad personal, humillación, dependencia, sometimiento, roles inamovibles y perpetuación de estereotipos. Males que han durado hasta antes de ayer y de los que aún quedan demasiados vestigios. Recuérdese la publicidad de bebidas alcohólicas, tabaco, coches o pantalones (dominio de él, mujeres sometidas que reconocen la supremacía del hombre) y de electrodomésticos, lencería u objetos de limpieza (el hogar como destino de ella, mujeres felices al aceptar su rol) desde los años 50 a los 80 del pasado siglo y se les pondrán los pelos de punta. Y no olviden que esto ha disminuido, pero no desaparecido.
La violencia física y el asesinato tienen que ver, desde luego, con el machismo; pero más con la maldad sin adjetivos. La naturaleza humana necesita de la contención, corrección y límites que procura la educación en valores; y si esta no basta debe ser contenida, corregida y castigada por las leyes. La maldad como brutalidad que desprecia la vida del otro busca las causas y ocasiones que le permitan desplegarse. Estoy convencido de que la maldad precede a la elección y la determina. Ni el nazismo, ni el estalinismo, ni el fascismo, ni el racismo, ni el machismo hacen malos a quienes los eligen. Los eligen porque son malos, brutales, violentos, y esas ideologías, estereotipos y roles sociales o sistemas de valores (más bien de antivalores) les permiten dar rienda suelta a su naturaleza y satisfacer sus instintos. Piénsese en el caso de los padres que asesinan a sus hijos para destrozar las vidas de sus ex parejas. No hay expresión más pura de maldad.
Actúe la ley con toda contundencia y desarróllense políticas preventivas de protección a la mujer. Pero no se olvide que no hay más eficaz prevención que la educación, no en conocimientos (Althusser estranguló a su mujer), sino en valores. Ésta llega donde ni tan siquiera la ley y el castigo alcanzan, ya que muchas de estas malas bestias se suicidan tras cometer su crimen, como sucedió ayer en Vinarós.
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