TIEMPO El tiempo en Sevilla pega un giro radical y vuelve a traer lluvias

Auna semana ya de las elecciones europeas, no es el momento de volver a hacer un análisis de los resultados que, a lo largo de estos ocho días, han sido comentados desde todos los puntos de vista posibles, ya sean partidistas, interesados, desinteresados y mediopensionista. Es más bonito, a estas alturas, el interpretar las interpretaciones, y podríamos empezar por el final, con la conclusión. Y es que las espadas siguen en alto.

Para el PSOE, los dos escaños y los casi cuatro puntos que el PP les ha sacado en la votación de eurodiputados, les ha encendido las luces de alarma, pero no lo consideran una catástrofe. Así lo dicen, no ya a nivel externo, lo cual es lógico, porque nunca es bueno reconocer una derrota, sino que, en sus análisis internos, se han oído suspiros de alivio, porque las previsiones eran bastantes peores. Esperaban pagar una mayor factura por la crisis y un índice más bajo de participación, sabiendo que su gran enemigo era la abstención. Así que, de cara a las generales, que procurarán por todos los medios no tener que adelantar, confían en que, una mejora de la situación económica -ya saben, lo de los brotes verdes- y un mayor grado de participación de su potencial electorado, les permita situarse en condiciones de conservar el Gobierno. De todas formas, son conscientes de que esta derrota puede significar un cambio de tendencia, como ocurrió tras las europeas del 94, y que la recuperación económica depende de factores que ellos no pueden controlar.

Por su parte, el PP ha conseguido dos cosas. Primero, que estos resultados les han supuesto remontar 8 puntos, ya que en las generales quedaron a 4 por detrás del PSOE. Esto lo sitúa en una posición mucho más favorable en el terreno de juego, aunque es cierto que aspiraban a una victoria más amplia. Segundo, y así lo ha manifestado él mismo claramente, Rajoy, se siente mucho más tranquilo y seguro que hace un año. La recuperación de la Xunta de Galicia y el triunfo en las europeas, consolida un liderazgo al que le faltaba el cemento interno de los buenos resultados electorales.

En lo que respecta a Andalucía, el PSOE, que tenía que testar en las urnas las consecuencias de la sustitución de Chaves por Griñán, ha sacado pecho, como es lógico, poniendo sobre la mesa los 8 puntos que le ha sacado al PP. Están contentos, porque hay que recordar que algunas encuestas hechas en el entorno del 28-F, pronosticaban un casi empate técnico en intención de voto autonómico.

Por su parte, el PP también esgrime, con razón, el recorte de 10 puntos en relación con las últimas europeas y de 2 con respecto a las autonómicas del año pasado. Por supuesto que saben que esto es un paso adelante, y sin retroceso previsible. Pero queda mucho camino por recorrer. En resumen, en España y en Andalucía las espadas siguen en alto.

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