Opinión

Fernando / Lussón

Un evento de todos

LA Expo Internacional de Zaragoza se ha planteado el reto de no pasar a la historia como uno más de estos eventos que periódicamente se celebran en distintas partes del mundo. Zaragoza quiere que su carta sobre el agua sirva para generar una nueva cultura, una nueva forma de relación con un bien cada vez más escaso y también fuente de conflictos, incluso a nivel nacional. Ojalá que sus conclusiones sirvan para acabar con el desencuentro territorial sobre el agua, un elemento que debiera ser vertebrador pero que genera división.

La Expo del agua y el desarrollo sostenible vuelve a demostrar la capacidad de España para organizar eventos de una gran magnitud, porque las exposiciones internacionales, lo mismo que la Universal de Sevilla o los Juegos Olímpicos de Barcelona responden a un empeño colectivo, al trabajo conjunto de todas las administraciones y al apoyo social de todo un país.

Tan importante como el trabajo realizado hasta la inauguración y el funcionamiento engrasado de todos los engranajes de debate y ocio es el plan posterior. La vida de la ciudad seguirá una vez que se cierren las puertas de los pabellones para dar entrada a la instalación de empresas que mantengan vivo el espíritu con el que se impulsó la Expo, el de convertir a la ciudad en un nuevo polo de atracción.

La inauguración de la Expo, debe ser un motivo de orgullo nacional, un momento para lanzar una mirada optimista hacia el futuro.

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