La tribuna económica

Rogelio / Velasco

La expectativa del círculo vicioso

EL círculo al que nos referimos es el del deterioro de las finanzas públicas de un país que continua gastando mucho más de lo que recauda por impuestos, que conduce a una rebaja en la calificación de las agencias de rating, que provoca una elevación del tipo de interés de emisión de la deuda que, a su vez, conduce a un deterioro aún mayor de las finanzas públicas. Este círculo vicioso es el que ha atrapado a Grecia, necesitando la ayuda externa a gran escala que está siendo organizada estos días.

Ese círculo vicioso tiene un origen real, como son los datos disponibles hoy sobre el déficit fiscal y su evolución. Sin embargo, las expectativas que las agencias, los expertos y el conjunto del mercado tengan sobre el crecimiento económico del país resultan fundamentales para que el círculo se ponga en funcionamiento y se cierre.

Efectivamente, hace ya algunos años publicamos un trabajo en el IVIE (junto a los profesores Aurioles y Pajuelo) sobre el rating de la deuda de las CCAA. La situación financiera real en esos momentos (mediados de la década de los noventa) era significativamente mejor en algunas CCAA que, sin embargo, gozaban de una calificación peor que otras.

Andalucía presentaba entonces una deuda pública inferior a Cataluña y Valencia y, sin embargo, su rating era inferior. La razón estribaba puramente en las expectativas que el mercado tenía acerca de la futura capacidad de crecimiento de la economía y, en consecuencia, de recaudación de impuestos. Esa capacidad de crecimiento podía estimarse por el peso que los sectores industriales y agrarios tenían en los respectivos PIB regionales, de manera que cuanto mayor fuera el primero y menor el segundo, tanto mejor para el crecimiento y la recaudación. Y mejor rating.

Las dudas que existen sobre España estos días no se refieren al actual volumen de deuda pública, que es inferior en términos relativos al de todos los grandes países de la UE. Se arrojan dudas, especialmente, sobre nuestra capacidad de crecimiento y, por tanto, de salida de la crisis y estabilización del deterioro fiscal.

La pregunta subyacente: ¿Es capaz España de crecer dentro del euro? Los pasados años aprovechamos al máximo las ventajas de pertenecer a la moneda única, que propició una fuerte expansión fiscal y unos tipos de interés bajos que nos permitieron gastar y gastar, porque el endeudamiento era bajo.

Ahora, con precios y salarios más elevados y sin la posibilidad de devaluación, las opciones de crecimiento vienen por el lado de la oferta: mejorar la capacidad competitiva reduciendo costes, mejorando la calidad, exportando más… procesos todos lentos en el tiempo, comparados con la rapidez del deterioro de la situación económica.

Igual que sabíamos que el modelo de crecimiento español se rompería en algún momento, incluso sin crisis financiera internacional, sabemos ahora que sin que los gobiernos central y autonómicos hagan nada y esperando la recuperación internacional, tampoco se resolverá la situación. El coste de la inacción del Gobierno se va a incorporar a las expectativas, alimentando el círculo vicioso sobre España.

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