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Crónica personal

Pilar / cernuda

La experiencia

EN caso de desolación no hacer mudanza, decía San Ignacio. En caso de tribulación, de dudas, de convulsión, de desolación, tirar de la experiencia, han dicho los italianos.

Ante el caos que desencadenó el resultado electoral de hace unas semanas, Berlusconi y Bersani se han inclinado por la experiencia, con el acuerdo de que sólo un hombre como Napolitano podía salvar el país. Un hombre de 87 años para poner cordura en una situación que no había manera de enderezar; un hombre con más experiencia que cualquier otro italiano, para coordinar un proyecto de futuro con hombres sensatos, no con arribistas, aprovechados, inexpertos, payasos y fanáticos del personalismo. Hombres que sin embargo y sorprendentemente habían recibido el voto de ciudadanos que no se habían dado cuenta de que los experimentos sólo deben hacerse con gaseosa y no se puede dejar el destino de su país en manos de personajes de poco pelo y ambición infinita.

Para recurrir a nuevas fórmulas siempre hay tiempo, pero en situaciones límite, en momento de crisis, más vale buscar a alguien bragado, con las ideas claras, un experto o experta que conozca los resortes de la gobernabilidad, de las relaciones entre partidos, que sepa elaborar con criterio la lista de las necesidades más acuciantes, las que se deben abordar de forma prioritaria.

Napolitano cuenta ya con una edad en la que la mayoría de las personas disfrutan de un retiro más o menos cómodo, más o menos amable. Quizá no ande muy erguido, incluso es posible que los médicos le hayan aconsejado que no se mantenga demasiado tiempo sentado ante su mesa de trabajo. Pero la cabeza le funciona con más lucidez que la mayoría de los dirigentes que se han presentado bajo diversas siglas a las elecciones, y eso es lo que importa. La cabeza, la trayectoria, la forma en que ha sabido superar situaciones difíciles. Ejercerá la presidencia de la república tras haber aprendido de los errores, por lo que no será fácil que caiga nuevamente en ellos. Ejercerá la presidencia con sus ansias colmadas, sin necesidad de demostrar todos los días que es mejor que los demás, sin la pretensión de acumular responsabilidades o rodearse de gente a la que promocionar.

Los italianos llevan décadas sobreviviendo a la desidia, la corrupción, las extravagancias y las ambiciones de políticos que en ningún país del mundo habrían llegado muy lejos. Cuando se han acercado a la línea roja, la que no se puede traspasar… Giorgio Napolitano. La experiencia.

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