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carlos / colón

A favor del velo

ESTOY a favor de que las mujeres musulmanas puedan usar el velo en su trabajo y en su vida cotidiana, si les place, al igual que lo estoy de que los judíos puedan llevar kipá, los cristianos una cruz, los religiosos y las monjas hábito o los capillitas la insignia de su hermandad en la solapa. Expresar las creencias a través de la ropa, los símbolos o lo que a cada uno le dé la gana es tan lícito, porque forma parte de las libertades democráticas, como expresar sus gustos o formas de vida (tatuajes, esculturas capilares o rapados, prendas, piercings, maquillaje) o su militancia ideológica en distintas causas solidarias (lazo negro antiterrorista, rojo contra el sida, rosa contra el cáncer de mama, verde ecologista, blanco contra la violencia de género, azul prevención del abuso infantil, etcétera).

No opina así la abogada general de la UE, Julianne Kokott, que el pasado martes justificó el despido de una musulmana belga que perdió su trabajo tras manifestar su intención de llevar velo durante la jornada laboral. La señora Kokott considera justo y no discriminatorio el despido porque la empresa prohíbe que se exhiba "cualquier símbolo político, filosófico o religioso" en el trabajo. El Tribunal de Justicia de la UE coincide en que una empresa puede prohibir cualquier símbolo que vulnere la neutralidad religiosa. Es evidente que esta neutralidad se establece a costa de la beligerancia laicista que pretende erradicar de los espacios y empresas públicas y privadas -porque según este tribunal las empresas privadas están legitimadas para hacerlo- cualquier símbolo religioso. Lo de añadir los símbolos filosóficos me llama la atención. ¿Qué neutralidad vulneraría llevar una chapita con la cara de Kant?

Esta prohibición, que la propia abogada considera "discriminatoria, aunque justificada" -¡peligroso concepto!-, ataca frontalmente la libertad de culto y de expresión. Hasta ahora el enemigo era la religión. Con la prohibición de los símbolos filosóficos (difícil de concretarse e innecesaria: ya se encargan los planes de estudio de erradicar la filosofía) se da otro paso en la construcción de una Europa inodora, incolora e insípida de la que el disparate educativo antihumanista y resoluciones como la del Tribunal de Justicia de la UE están empeñados en borrar las huellas de su origen grecorromano y judeocristiano, y de su pasado humanista e ilustrado, para convertirla en un resort o una gran superficie hortera.

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