IMPRESENTABLE la forma en que han encajado la derrota en las urnas los derrotados. Desde la pétrea cara del espadón que abjuró de su pasado al gran muñidor de la tele que los aupó han pasado de la estupefacción por la derrota que no esperaban a poner el ventilador para llenar de mierda el sistema. Impresentable pero nada sorprendente el comportamiento de una gente que mejor está donde está que donde esperaba estar a partir del domingo pasado. Acusan de falta de ética a todo un pueblo por el mero hecho de no haberles votado, lo que desvela una desmedida vocación antidemocrática. Y lo del espadón perjuro que perdió como ya había perdido en diciembre dando ahora lecciones de ética es de traca. Lo cierto es que se ponen los pelos como escarpias sólo al pensar que llegue un día en que este personal coja las riendas porque a ver si las soltarían alguna vez.