La ciudad y los días

Carlos Colón

La fotografía

Cuando el cine era humano su forma de mostrar respeto por los sentimientos de los personajes era filmar las escenas más emocionantes desde lejos o sugerirlas, sin mostrarlas, a través de una elipsis. Se procuraba así tanto preservar la intimidad de lo que no se debe ver u oír como reforzar la intensidad emocional y la fuerza dramática del momento entrevisto desde lejos o sugerido -a la vez que suprimido- por la elipsis. La imaginación, que es mucho más poderosa que la imagen, hacía el resto. Las obras maestras de Ozu, Ford o Dreyer son pródigas en este pudoroso uso de la distancia y la elipsis.

Lo recordaba viendo la hermosa, delicada y pudorosa fotografía del Rey paseando con un Adolfo Suárez olvidado de todo e imposibilitado de comunicarse pero, como dice su familia, capaz aún de percibir el cariño y la ternura. Están de espaldas y convenientemente alejados de la cámara. El Rey apoya su mano sobre el hombro de Suárez para expresarle su cariño y tal vez también para guiarle. El césped y el arbolado dan a la fotografía un tono de sereno triunfo de lo humano sobre esa desmesura de la naturaleza que se llama enfermedad: el jardín es el símbolo de la humanización de una naturaleza que se rinde al hombre ofreciéndole su belleza desarmada.

A estos dos hombres que pasean amigablemente por este hermoso jardín les debemos los españoles la pacífica transición de la dictadura a la democracia que gozamos desde hace treinta años. No sólo a ellos, pero sobre todo a ellos. Hubo otros protagonistas con nombres y apellidos, y hubo un protagonista colectivo -el pueblo español- que hicieron posible lo que hoy parece un milagro. Pero ellos, el Rey y Suárez, los representan a todos. El primero fue designado por Franco y el segundo fue vicesecretario general del Movimiento. ¿Y qué? Fraga fue ministro de Franco y Carrillo fue estalinista antes de hacerse eurocomunista, y ambos fueron también grandes protagonistas de la Transición junto a otros que se decían luchadores por la libertad pese a ser maoístas o trotskistas. Así eran aquellos tiempos. Lo que políticamente fueran era menos importante que lo que hicieron, de donde venían era menos importante que a donde iban, su pasado era irrelevante con relación a aquel presente que abría futuros que son el hoy democrático que disfrutamos. Todos supieron entenderse y pactaron -es decir, hicieron política, gran política- permitiendo que la mayoritaria voluntad de paz, libertad y democracia encontrara los actores políticos que la hizo posible. Por eso esta hermosa y pudorosa fotografía resume tres décadas de la historia de España.

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