Ocurre a veces, sólo a veces, que en fútbol haya sitio para la normalidad. Normal es que se celebre ya el sorteo del calendario liguero y que en el Bernabéu reciban con palmas y olivos al que quizá sea el más talentoso futbolista de la última hornada. Es normal que hoy sepamos cuándo es el derbi, a quién le toca el cáliz de jugar en casa el Domingo de Ramos o de ejercer de anfitrión en plena Feria, por lo que no procedía aplazar la cosa.

Hubiera sido ciertamente anormal aplazar el calendario a la espera de saber si Villar sale de la cárcel, lo hacen mediopensionista o se queda a pensión completa ni se sabe hasta cuándo. Ha imperado la normalidad de la misma forma que en el trasvase de Ceballos del Guadalquivir al Manzanares, pues lo lógico es lo que ocurría ayer en el Bernabéu. Lo ilógico hubiera sido una despedida por todo lo alto a un ciudadano que se fue al cielo desde lo que él consideraba un infierno.

Es provechoso que en este fútbol que tanto tirón universal tiene, las cosas sean como deben ser. Una de las noticias principales del verano es siempre la confección del calendario de Liga. Tiene tanto predicamento como los fichajes multimillonarios y también los de más bajo perfil siempre y cuando sean por tu equipo, siempre por tu equipo del alma. Debe prodigarse más frecuentemente la normalidad en este mundo de tanto escaparate y trascendencia en el día a día de cada uno.

Ni siquiera estos partidos del inicio de pretemporada tienen el seguimiento que disfrutan calendario y fichajes. Antañazo, la expectación nacía de lo que tardaba en llegar Colombino, Carranza y demás. Ahora, con eso de que los equipos ya se ponen en el escaparate con amistosos ante rivales de muy bajo perfil, ni siquiera las novedades se acogen con tantas ganas. Ergo, este mediodía todos pendientes de a ver cuándo cae el derbi y si podremos ver la Amargura tranquilos.