Visto y Oído

Antonio / Sempere

Más fútbol

YA estamos inmersos. Esperemos que nos respeten. Ya nos gustaría, a los no aficionados, que los seguidores del balompié gozaran como ellos saben del primer al último de los partidos, que vibren, que salten, que salpiquen toda la adrenalina que sin duda les van a generar las próximas jornadas. Pero que lo hagan de un modo respetuoso para quienes no comulgamos con esta catarsis. Que no es tal para nosotros.

Quizá el ejemplo sea demasiado peregrino, pero siempre he recordado con no pocas dosis de ingenuidad, que cuando quienes sentimos lo más hondo que se puede sentir con una Pasión según san Mateo de Bach o nos encontramos con una enésima versión de Hamlet que por fin da en el clavo y nos transforma, no salimos a la calle en tropel para comunicar al resto de la humanidad a grito limpio aquello que acabamos de vivir.

Hace tiempo, mucho tiempo, que todo el asunto del fútbol se desmadró. La cosa viene de muy atrás, sí. Recuerdo, hace casi cincuenta años, en mi colegio en blanco y negro, cómo corrían por las mesas los cromos de los futbolistas como si fuesen oro. Décadas más tarde los que se forraron fueron todos ellos, cobrando unas cifras obscenas que, para más inri, algunos pasean por paraísos fiscales.

Por otro lado, buena parte de la intelectualidad de este país, con sus artículos y sus teorías, elevan a la categoría de religión todo lo que sucede dentro y fuera del estadio. A mí me da que los árboles les impiden ver el bosque. Es lo que tiene ver el fenómeno desde afuera. Pero seguramente serán ellos quienes tengan razón y yo el miope que no sé captar tanta dosis de épica. Sea como fuere, solamente pido un poco de mesura con el desmadre acústico. Y dicho esto, que gane la Roja.

Tags

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios