NUEVAMENTE, los horarios como argumento inapelable con el que esgrimir el agravio comparativo. Harto de escuchar que el Betis es el de más tirón televisivo, si exceptuamos los dos grandes de verdad más el Atlético de Madrid, resulta que se le vuelve en contra tanta aceptación popular. Mejor despertar el interés que despierta el resto a fin de no perjudicar a una masa social que va menguando de manera alarmante.

Y está pasando que con la entrada de Cuatro, jugar de local ya se sabe que tiene al lunes como destino indefectible y que no fue así en el derbi porque tuvo éxito lo de poner pies en pared anticipadamente. Otra vez en lunes y aunque se esgrima que los clubes se pusieron de rodillas ante las televisiones y que no es, precisamente, el Betis de los que más pueden quejarse a la hora de los cobros, un poquito de sensibilidad hacia el bético no estaría de más, por supuesto que no.

Este mensaje cae en pecado de reincidencia y aun sabiendo que a las televisiones les interesa la desertización progresiva de los estadios, algo habrá de hacer el Real Betis Balompié a fin de que su fiel clientela no sea tan maltratada. Los ocho mil socios que no renovaron sus abonos para los partidos de Heliópolis es, quizá, la punta del iceberg de un problema que podría ser fatal para el futuro de ese magnífico juguete llamado fútbol y del que no se sabe cuánto aguantará.

Con la programación para el lunes 29 del Betis-Coruña llueve sobre mojado. Es más, esa olla a presión que es el Villamarín pierde mucha de su onda expansiva en noche tan poco comercial con el subsiguiente favor al que llega de visitante. Sabemos todos que, efectivamente, Cuatro está muy contenta con el beticismo y queda claro que si se le ponen dificultades para asistir al estadio, mucho mejor para la audiencia, que, al fin y a la postre, es el objetivo prioritario de los operadores.