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Pantalla táctil

Helena Arriaza

La gran descuidada

PARECE que a la televisión española no le gusta volcarse con la ficción de nuestro país. Cada temporada se estrenan muchas series de calidad y se preparan otras que pintan bien y que se esperan con ganas. Pero las últimas semanas han sido un fracaso para la ficción nacional, y no porque las series sean de mala calidad. El problema es que a la hora de programar la emisión de sus capítulos no piensan en los espectadores. La televisión es un negocio, no hay que olvidarlo, pero en muchas ocasiones está llevado al extremo. Entre los últimos ejemplos están tres series de Antena 3: La embajada, que solo ha contado con una temporada, Bajo sospecha y Vis a vis, que pese a dos temporadas de éxito a la cadena no le merece la pena seguir invirtiendo en sus producciones. Por muy buena que sea una serie en este país no puede competir ni contra Bertín Osborne entrevistando a los famosos de turno ni contra un reality. La única que conseguía hacer frente a programas como Gran Hermano era Cuéntame cómo pasó. Junto a Antena 3, La 1 es la otra cadena que por una cosa o por otra no sabe sacar partido a sus series. La que protagoniza la familia Alcántara se han encargado ellos mismos de cargársela. La pública está a punto de perder una de sus señas de identidad por la irresponsabilidad de quienes forman parte de ella. En caso de que volviera a emitirse, fuera donde fuera, no tendría el mismo encanto y a algunos no nos apetecería ver la cara de más de uno. Solo una temporada ha tenido El caso. Tanta ambientación en tantos años atrás cansa por muy trabajada que esté la serie. Uno de las mejores ficciones de RTVE de los últimos tiempos es El ministerio del tiempo. La suerte no ha estado de su lado en cuanto a datos de audiencia se refiere. De nuevo programarla frente a los programas estrella de Telecinco no ha sido beneficioso. Hay que reconocer que la cadena de Mediaset es la más inteligente en este aspecto. Apuesta más por programas del corazón, realities o por concursos musicales de anónimos y famosos que por muy criticados que sean al final son los más vistos. Y cuando hace una serie, aunque sean pocos, en gran parte de los casos la hace bien. El Príncipe o La que se avecina son dos de sus grandes éxitos de ficción en los últimos meses. Saben cuando programarla y repartir el público al que se dirigen. Las ansias del resto de cadenas por competir contra Telecinco hace que sus apuestas fracasen y que con ellos los espectadores nos quedemos sin ver lo que nos gusta. Luego llegan las noches en las que no hay nada que ver en televisión en las que todas estas ficciones encontrarían un hueco estupendo. Seguramente no todo serían éxitos, pero no habría tantos fracasos.

Y lo peor llega ahora, en verano. Las cadenas apuestan por series estadounidenses que o bien son un tostón y su doblaje deja mucho que desear o bien se pueden ver en las plataformas o por Internet. Alguna cadena debería aprovechar la época estival para reponer alguno de sus fracasos del último curso y poder comprobar así cuál es el problema. Seguramente las noches de verano con poca competencia ayudarían a reconocer el trabajo de los equipos que hay detrás de cada producción.

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