¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

La gran noche de Mariano

ESPAÑA vive dos realidades políticas bien distintas: la de las encuestas y la de las urnas. La primera fue la que se impuso durante toda la campaña y entre las 20:00 y las 21:30 de ayer, el breve periodo en el que las israelitas daban por seguro un sorpasso en votos y escaños de Podemos al PSOE, es decir: un giro histórico en la izquierda española, el inicio del fin del régimen del 78... Hasta que llegó el escrutinio, el de verdad, y nos recordó que España vive en una foto fija y que el bipartidismo puede estar herido, pero ni mucho menos muerto.

Estas elecciones tienen un ganador indiscutible: Mariano Rajoy. El de Pontevedra, fiel a su estilo, ha hecho una campaña electoral sin despeinarse, limitándose a recordar a la muy amplia derecha española "que vienen los rusos" y a resaltar los evidentes avances económicos de su mandato. Es la victoria de un hombre tranquilo y anticuado, lo más contrario que hay en el mercado a esa política emergente que, hasta ayer, parecía que se iba a comer el mundo. Atrás quedan los casos de corrupción, los recortes, la inacción en Cataluña, incluso esa trampa final de las grabaciones a Fernández Díaz con las que algunos (¿quiénes?) han querido influir en el resultado electoral. Todo eso apenas ha hecho una muesca en el busto marmóreo de Rajoy, al que no era difícil imaginárselo anoche con uno de esos legendarios habanos que gasta recostado en los sillones de Génova. El 26-J ha sido su gran noche.

¿Será capaz alguien ahora de decir que debe marcharse? Antes tendrán que coger la maleta otros líderes cuyas expectativas han quedado muy mermadas. Pongamos un ejemplo: Albert Rivera, a quien le ha perjudicado su pacto-fantasma con Pedro Sánchez y su insidiosa letanía del "váyase, señor Rajoy". Le guste o no, muchos de sus votantes ven a C's como una tropa auxiliar del PP, el puerto en el que se pueden refugiar cuando las aguas en el partido de la gaviota están demasiado movidas. Es decir, sólo contemplan al partido naranja como un apoyo del PP, pero nunca como un enemigo. Debería aprender esa lección. Aún así, Rivera será una pieza importante en la gobernabilidad de España y en su mano estará darle estabilidad a un posible gobierno popular. Cualquier duda al respecto podría ser mortal para los seguidores de Naranjito.

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