DESPUÉS del alegrón que supuso el regreso a su hábitat natural, ese hábitat que iba perdiendo naturalidad a causa de los descensos, tan repetitivos, llega la prosaica realidad. Y en esa realidad destaca en el día a día del Betis, por siempre Real Betis Balompié, el problema de los dineros. Un no pasarse en la masa salarial que suena como soniquete insoportable desde que lo dejaron como lo dejaron y que nadie sabe cuándo lucirá la luz.

El no pasarse en la masa salarial dio como noticia positiva un concurso de acreedores modélico y haberse puesto al día con Hacienda, algo que no han conseguido muchos de los morosos del fútbol, pero tiene la cruz en lo poco competitivo que es el Betis a la hora de componer la plantilla. Ya sé que la pela es la pela y que el club no puede permitirse las alegrías de otros, pero también ha de tenerse en cuenta que quedarse con lo que no quiere nadie conlleva un riesgo tremendo.

El atasco está provocado en gran medida por esos futbolistas descartados que, lógicamente, no dan una sola facilidad para irse. Ya se sabe que tan complicado como hacerse con un futbolista bueno es deshacerse de lo que no sirve y el Betis está sufriendo en sus carnes la abundancia de no aptos que tiene en su vestuario. ¿La solución? Que ambas partes ayuden, pero es ésa una especie de Arcadia feliz inalcanzable, sobre todo porque quien nada tiene en lontananza no suelta el clavo.

El lunes, zafarrancho de combate y overbooking en el vestuario por las cantidad de descartes que sigue ahí y la AFE no tiene un solo pase en cuanto a ningún tipo de apartheid. Y así el panorama, ha el Betis de apretar los dientes y conservar la cabeza fría para dar con la tecla que solucione la situación. Sé que es difícil y más en los tiempos que corren, donde los agravios son inconmensurables, conque a aplicarse el cuento para evitar el drama de ir a la guerra con tirachinas.