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La ciudad y los días

Carlos Colón

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La hora de Ocampo

Triunfo de la Santa Cruz entre Fundación y Calvario. Es la hora de Ocampo

Triunfo de la Santa Cruz entre Fundación y Calvario. Desde las tres y veinte de la tarde del hoy hasta las ocho de la mañana del Viernes Santo es la hora de los Ocampo. La casualidad siempre parece tener una intención en lo que a las cofradías se refiere. La imagen más severa de Sevilla, Fundación, pone las cosas en su sitio: es el Cristo de la cálida penumbra y el silencio de los Monumentos, de los Tenebrarios, del áspero sonido de las matracas y carracas que sonaban en la hora de la muerte y el terremoto, de los Oficios de Tinieblas. No es necesario que anochezca. En la plena luz de las primeras horas de la tarde del Jueves Santo, Fundación impone la tiniebla de su cuerpo desplomado, llamado por la tierra como si los clavos ya no pudieran sostener el peso de la carne sin vida. El genio de Andrés de Ocampo logró que tan abrumadora imagen sea fuente de vida, como si la tumba que le aguarda fuera, tras el seno de su Madre, el segundo Sagrario que el cuerpo de Cristo conoció, la guarda de una presencia real que en vez de sucumbir a la muerte la ha vencido.

Apenas entrado Fundación saldrá Jesús Nazareno, no llevando la cruz, sino exaltándola. La cofradía del Silencio es una Macarena de negro. Anticipa la Resurrección en el corazón de la Madrugada. Por eso el Nazareno abraza y alza su cruz de carey y plata, por eso la Virgen tiene la advocación teológica y sin tiempo de Concepción, por eso la hermandad celebra su función principal de instituto en la festividad del Triunfo de la Santa Cruz y esta es su primera titular, saludada por una saeta cuando se planta en la puerta de San Antonio Abad.

Y no mucho antes de que entre Jesús Nazareno -a veces se ven las dos imágenes de Francisco de Ocampo: Jesús Nazareno enfilando Alfonso XII y el Calvario entrando en Campana- se echa a la Madrugada ya vencida, oyéndose en la calle el "Perdón, oh Dios mío, perdón e indulgencia" que se canta en la Magdalena mientras la cofradía sale, el Cristo del Calvario, este "el Señor cansado de su larga hermosura, arrastrando la brisa y el temblor de la noche" según escribió su hermano y nazareno Juan Sierra. El cuerpo se ha hecho definitivamente cruz, convirtiendo el espanto, el temor y el temblor del madero de muerte en promesa de vida. El cuerpo del Calvario es el carey y su sangre es la plata que hacen de su cruz símbolo triunfal. Esta es la honda y severa Semana Santa de los Ocampo.

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