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fátima Díaz

Para los huérfanos de 'El Ministerio'

AHORA que TVE ha dejado huérfanos a los seguidores de El Ministerio del tiempo debido a su decisión de hacer un parón en medio de su segunda temporada, acaba de llegar a España otra serie de vuelos temporales, 22.11.63. Aunque en ésta última el objetivo es muy distinto al de la patrulla ministérica: aquí no se trata de proteger nuestra Historia, sino de cambiarla. No es la única diferencia de 22.11.63, producida por J.J. Abrams (Perdidos) y basada en la novela homónima de Stephen King que ofrece Fox los miércoles por la noche. Aquí nos tenemos que olvidar de misiones ministeriales pues el fin es intentar evitar el asesinato del presidente John F. Kennedy. ¡El subsecretario Salvador Martí se llevaría las manos a la cabeza!

La historia arrancó en una cafetería. El dueño, Al Templeton (Chris Cooper), revela a uno de sus clientes, Jake Epping (James Franco), que puede viajar al pasado si cruza una puerta -sí, una puerta también- que hay en la trasera de su local. Y concretamente puede viajar al año 1960. A partir de ahí, la trama te traslada a Texas en los años 60, donde Jack investiga el misterio que rodea al presunto asesino de Kennedy, Lee Harvey Oswald (Daniel Webber). Pero durante su misión, Jake no sólo se enfrentará a Oswald, sino también a Sadie Dunhill (Sarah Gadon), una bella bibliotecaria de la que se enamora, y al pasado en sí mismo… que se resiste con fuerza a ser cambiado. Y si el pasado no quiere ser modificado, le frenará en muchas ocasiones, y a menudo de forma violenta. Además, Jake se enfrentará a un grave problema: podrá viajar en el tiempo todas las veces que quiera si falla en su misión. Sin embargo, mientras que en el pasado el tiempo sí pasa y puede envejecer, en el presente (¡sorpresa!) sólo habrán pasado dos minutos.

22.11.63 es una brillante y atractiva historia que engancha desde los primeros minutos. Un caramelo para los amantes de la Historia y para aquellos que les gusta estrujarse la mente con paradojas temporales.

El ambiente, propio de los thrillers de misterio, con una estética brillante y pulcra y un aire a ficción que se toma en serio, quizá pueda ralentizar ese salto de fe que el espectador ha de dar en el momento que Jake salta en el tiempo a través de un armario. Escapar al atractivo que supone zambullirse en esta misión detectivesca y magnética es complicado una vez se supera la barrera del primer episodio, ese trámite ineludible en el que se plantean un aluvión de datos necesarios. Después, el espectador agradecerá ese arranque lento que se asegura de perfilar una profundidad irresistible en el personaje de Franco, un hombre que, pese a ser consciente de lo difícil que es que algo cambie realmente, se lanza a la acción por amor... qué otra motivación hay más definitiva.

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