Opinión

José L. De Justo Alpañés

Los ingenieros de caminos y la Escuela de Sevilla

LA Escuela Oficial del Cuerpo de Ingeniero de Caminos fue creada en 1802 por Agustín de Betancourt (1758-1824), a imagen de la prestigiosa École Nationale des Ponts et Chaussées. A finales de 1807 viajó a San Petersburgo invitado por el zar Alejandro I. Fue nombrado mariscal del ejército ruso, inspector del Instituto del Cuerpo de Ingenieros y director del Departamento de Vías de Comunicación en 1819. Allí realizó numerosas obras públicas. Está enterrado en San Petersburgo, donde murió en 1824.

El Cuerpo de Ingenieros de Caminos ha gozado desde entonces de un bien ganado prestigio en nuestro país, con ingenieros que destacan en las ciencias y humanidades, que diseñan aparatos que se construyen y realizan obras importantes. A Ildefonso Cerdá (1815-1876) se le considera el fundador del urbanismo moderno.

Leonardo Torres Quevedo (1852-1936) es famoso por sus máquinas analógicas de cálculo. Construyó dirigibles, transbordadores, entre ellos el de las cataratas del Niágara, y radiocontroles. Fue académico de la Real Academia Española de la Lengua. Acudió como voluntario a la defensa de Bilbao, sitiada por las tropas carlistas de Zumalacárregui.

Juan de la Cierva y Codorniú (1895-1936) inventó y construyó en 1920 el autogiro, precursor de los modelos helicópteros. Para comercializar su invento, Juan de la Cierva se trasladó a Inglaterra y Estados Unidos construyendo varios prototipos, fabricados por La Cierva Autogiro Company Ltd. y The Pitcarm-Cierva Autogiro Company of America. No obstante, siempre inscribió sus patentes en España. En 1929 protagonizó uno de los hitos en la historia de la aviación, atravesando el Canal de la Mancha con su aeronave de alas giratorias.

Eduardo Torroja Miret (1899-1961), autor de famosas estructuras, presidía las sociedades científicas internacionales relacionadas con las estructuras y el hormigón. Ramón Iribarren Cavanilles (1900-1967), académico de Ciencias electo, alcanzó fama internacional con su fórmula para el cálculo de los diques de escollera, con la que se han calculado puertos en todo el mundo.

El Cuerpo de Ingenieros de Caminos ha dado además el primer premio Nobel de Literatura español, Echegaray (1832-1916), el más grande matemático español del siglo XIX, y dos presidentes del Gobierno, Práxedes Mateo Sagasta (1825-1903), jefe del Partido Progresista, y Leopoldo Calvo Sotelo.

A pesar del carácter universal de todos estos ingenieros ilustres, el ingeniero de Caminos es hoy, sobre todo, el ingeniero de la obra civil. Los ingenieros de Caminos han transformado la geografía española. El ingeniero de Caminos es el proyectista de la Ingeniería Civil como el arquitecto es el proyectista de la Edificación, y, en este sentido ambas profesiones tienen, o al menos deberían tener, muchas similitudes.

Desde hace mucho tiempo la Universidad de Sevilla viene reclamando una Escuela de Ingenieros de Caminos, en la que colaborarían fundamentalmente los departamentos ya establecidos en la Escuelas de Ingeniería y Arquitectura. De hecho, el Departamento de Mecánica de Medios Continuos consiguió, siendo yo director, impartir en Sevilla el título de doctor ingeniero de Caminos. Recientemente ambas juntas de escuela solicitaron la creación del grado de Ingeniero Civil y el Máster de Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, según la terminología de Bolonia. El rector de la Universidad de Sevilla ha conseguido lo que otros no pudieron o no quisieron hacer: la creación en Sevilla del grado de Ingeniería Civil, que ha sido aprobado por el CAU. Esta titulación ha sido adjudicada a la Escuela Superior de Ingeniería (Industrial, Química, Telecomunicación y Aeronáutica).

En el Consejo de Gobierno en el que se ha aprobado se ha dicho verbalmente que participarán en las enseñanzas las dos áreas de conocimiento, que en este momento imparten su enseñanza solamente en la E. T. S. Arquitectura: Ingeniería del Terreno y Urbanística. En el plan de estudios que se ha presentado no ha participado, por el momento, ningún ingeniero de Caminos. Un ingeniero de Caminos no se hace sólo con la suma de diversas enseñanzas técnicas, impartidas por profesores ajenos a dicha titulación. Hacen falta, además, ingenieros de Caminos proyectistas de puentes, canales, presas, puertos y carreteras. Si no se hace así, podríamos encontrarnos con brillantes calculistas, pero no con ingenieros de Caminos.

Debido a la proliferación de titulaciones de Ingeniería Civil, el Colegio de Ingenieros de Caminos estudia el establecimiento de un sello de calidad que se adjudicaría sólo a determinados titulados. Estamos seguros de que la Universidad de Sevilla, que se juega mucho en este envite, seguirá el camino adecuado para no defraudar la memoria de Agustín de Betancourt.

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