IÑAKI Gabilondo, que intercambió alguna confidencia impertinente con el ex presidente Zapatero, ha analizado sobre el árbol caído leonés que tal vez le llegó el caramelo de la Moncloa en un momento inoportuno. Ante el octavo aniversario del resultado electoral marcado por la tragedia del 11M, cuando el país se calentó con el luto, Gabilondo se descuelga en una entrevista a la web Solotele reflexionando que Zapatero llegó a presidente "sin ninguna experiencia de la vida". Sin haber probado las necesarias hieles de los reveses imprevistos, las ingratitudes y, sobre todo, las dificultades y retos supinos. Estábamos ante una existencia gris, idealista, maniquea… inmadura para lo que se nos venía encima. Tal vez ese agudo análisis de Gabilondo hubiera sido conveniente cuando el ex presidente avivó el inevitable proyecto de la TDT repartiendo licencias entre los allegados, concesiones que con los años se han convertido en sogas que ahorcaron a la Cuatro que inauguró el propio Gabilondo y a La Sexta concebida por unos de los determinantes nombres de confianza de ZP, Miguel Barroso. El café para todos que incluía a El Mundo y ABC sólo ha servido para apuntalar a quienes ya estaban ahí en este negocio de rentabilizar un plató: Telecinco y A-3, ambos con mucho capital italiano en los cimientos, por cierto.

Ese presidente "sin ninguna experiencia de la vida", como ahora lamenta Gabilondo, es el que ha dejado el problema de RTVE en todo lo alto, con los cientos de millones que habrá que devolver a las empresas de telecomunicación si un sorpresón judicial en Europa no dice lo contrario. En 2004 ni ZP ni nadie oteaba las dimensiones de este tsunami sociopolítico que nos ha sepultado mientras cada uno se acerca a la tabla más cercana del rabioso oleaje. Ni maduro, ni experimentado. A destiempo. Alguien tenía que haber puesto el sentido común que, temo, faltó hace ocho años.