La invasión del turismo

Poco a poco, sin disimular, siguen dando pasos para que todo el centro histórico sea destinado a fines turísticos

Ha cambiado la mentalidad. No hay que ser xenófobos con los turistas, pero tampoco se les puede regalar la ciudad. Ese es el mal de fondo, más allá de que se imponga la tasa turística en Sevilla (copiando el modelo de Barcelona), como pretende Juan Espadas. Ya cuenta el alcalde con la dispensa de Susana Díaz, que hasta ahora defendía lo contrario en la Junta de Andalucía. A esa situación casi de emergencia contribuye que poco a poco, sin disimular, siguen dando pasos para que todo el centro histórico de Sevilla sea destinado en exclusiva a fines turísticos.

Hay ofertas hoteleras incluso para los edificios más conflictivos, como la comisaría de la Gavidia. Barceló ofrece un proyecto que incluye el uso de San Hermenegildo como sala de exposiciones. Es tentador para Juan Espadas que le resuelvan dos problemas de una tacada. Además, en la Magdalena, en la Avenida, o en la Encarnación han planteado proyectos ambiciosos, que se sumarían a los hoteles abiertos en los últimos años. Es curioso porque en 1991, poco después de llegar Rojas-Marcos a la Alcaldía, alguien profetizó que cerrarían más de la mitad de los hoteles de Sevilla después de la Expo 92. Han pasado dos décadas y media, y nos encontramos en plena burbuja hotelera. En la construcción pasó algo semejante. Algunas de aquellas empresas terminaron mal o fatal.

Estos proyectos hoteleros tropiezan con una creciente competencia: los apartamentos turísticos. Esta semana se hizo pública la sanción de 1,8 millones de euros que ha impuesto Urbanismo a la propiedad de un edificio de apartamentos turísticos, tras la transformación de 13 de sus 29 viviendas. El Ayuntamiento recuerda que la licencia (aprobada en 2008, cuando era alcalde Monteseirín) fue concedida para uso residencial, y que las obras realizadas no son legalizables porque incumplen el PGOU. Más allá de este caso concreto, existe un oportunismo complejo, con portales tramposos en internet. La regulación andaluza es más ambigua que en otras comunidades.

La consecuencia evidente es la creciente reconversión del casco antiguo de Sevilla. No es sólo que funcione como un parque temático, sino que los vecinos estorban y son apartados hacia barrios alejados. El casco antiguo está en el camino de ser la Sevilla sin sevillanos que citó Abel Infanzón, el apócrifo de Antonio Machado. Aunque por motivos menos poéticos.

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