MI reino por un poco de liquidez, imploran multitud de sevillanos. Por pudor no hacen cola ante la puerta de una sucursal bancaria. Les pueden acusar de morosos y son víctimas de la confianza no correspondida por un sistema financiero que se va de rositas. Quien no tiene ese problema es Lopera. Y eso que ha expirado el mito del talonario inagotable, de pagar a su debido tiempo a todo quisque, de poner su patrimonio al servicio del Betis. La junta de accionistas ha corroborado los datos adelantados por nuestro compañero Javier Mérida. El club tiene una deuda superior a los 66 millones de euros, de los que 28 millones se adeudan a Hacienda, aunque hay auditores que añaden 17 millones más no reconocidos por el Betis al impagado con la Agencia Tributaria. La ecuación tiene esta regla: Lopera pone el dinero y el Betis pone las deudas. Es parecida a la mentalidad escolar que induce a decir: "He aprobado el examen / me han suspendido el examen".
Si invertimos las deudas y el orden de sus factores, es fácil imaginar el interés que suscitaría, de haber cobrado esa deuda, su conversión por parte del Estado en financiación para pequeñas y medianas empresas sevillanas. Dejo a su criterio si es o no infinitamente más importante que los dislates presupuestarios balompédicos, consentidos por la tolerancia diez de las autoridades para con sus máximos accionistas. O destinar el importe de esa deuda a construir uno de los tramos de la SE-40 bajo el Guadalquivir para descongestionar el tráfico en el área metropolitana. O hacer ya la ampliación y transformación del Palacio de Congresos, cuyo presupuesto es también de 66 millones de euros.
Mientras muchas familias de comerciantes, autónomos o asalariados, que simpatizan con los clubes sevillanos, las pasan canutas para salvarse de la quema y que no les embarguen, los directivos futboleros se pavonean aquí y allá. Lo peor es que la sociedad se lo consiente.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios