Arrancaba ayer en la Isla de León un congreso que refresca la memoria de un genio a los veinticinco años de su muerte. José Monje Cruz en el recuerdo, aunque resulta indiscutible que ese recuerdo nunca languideció. Cuando un artista se hace leyenda, su recuerdo resulta imperecedero y Camarón ya fue leyenda antes de su muerte. En el genial cantaor de San Fernando se dio la circunstancia de que su leyenda fue como el árbol que no te deja ver el bosque. Su entrada en la universalidad ocurrió cuando su cante no era el que había sido. Nunca se me olvidará cuando lo escuché cantar por vez primera en aquella especie de cuartito de los cabales multitudinario que era La Cuadra que Paco Lira regentaba en Nervión. De eso hace medio siglo y entonces sí que lo bordaba Camarón, pero llegó a legendario y en la leyenda prima lo soñado por encima de lo real.