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Menos lobos

EEUU también está sufriendo los problemas anejos a la globalización y la deslocalización de las empresas

La victoria inesperada de Donald Trump en las elecciones americanas ha cogido con el pie cambiado a casi todos, y el personal todavía anda buscándole explicaciones. Cuando fue nombrado candidato a la presidencia nadie daba un duro por su causa, convertido desde el inicio en el "no candidato", el típico rico arribista sin relación alguna con la política que pretendía el poder como culminación de su irresistible sueño americano. Algo hay de ello, desde luego, y tampoco él tampoco hace mucho por ocultarlo, con esa pinta de ricachón montaraz y mujeriego dispuesto a ponerse el mundo por montera.

Dicen algunos que en Europa a un tipo como Trump se le valora de una forma más negativa que en América, de natural permisiva con esta clase de sujetos inclasificables que amparados en su fortuna se permiten licencias que aquí serían inconcebibles, cuando no cuasi delictivas. Yo creo, sin embargo, que lo que lo europeos no acertamos a entender es a la propia Norteamérica, reducida nuestra percepción a esa Nueva Inglaterra culta y cosmopolita, un punto extravagante, de las películas de Woody Allen, o a la más tecnológica y avanzada de la península de California que siempre mira al Pacífico.

Pero Estados Unidos es mucho más que eso, y como todos los países del primer mundo, también vienen sufriendo los problemas anejos a la globalización y la deslocalización de las empresas, que han conformado un mapa bastante amplio de una clase media muy empobrecida, que además no goza de nuestro estado del bienestar. Para esos muchos Hillary Clinton, aparte otros componentes éticos o morales, es sobre todo una señora inmensamente rica, esposa de otro señor también rico que para más inri ya fue presidente del gobierno durante la década de los 90, y representa al partido que viene gobernando los últimos ocho años.

Aunque sea para rebajar el disgusto de algunos, no viene mal recordar que Estados Unidos es quizá el único país que se constituyó como una democracia desde su fundación; que sus partidos no tienen la carga política y orgánica de los de aquí; que el presidente, con todo su poder, tiene el contrapeso de la Asamblea de Representantes, y cada cuatro años se somete nuevamente a unas segundas y últimas elecciones de natural impredecibles; y que el sistema ha soportado a presidentes bastantes mejorables, como probablemente lo será este último con pinta de magnate cutre con barco y piscina.

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