las dos orillas

José Joaquín León

Los méritos de Rosamar

HE leído en la prensa, y en más de una página, que ésta es su última Semana Santa. No sólo la del alcalde Monteseirín, sino la de ella, la de Rosamar. Esto, así escrito, suena demasiado trágico. De inmediato requiere que se le añada ese formulario antiguo, caído en desuso en estos tiempos laicos; me refiero a eso de "cuya vida guarde Dios muchos años". Porque ésta será la última Semana Santa de Alfredo Sánchez Monteseirín como alcalde de Sevilla, cuyo epílogo tendrá en el Santo Entierro, delante del Duelo. Pero es de esperar (y desear) que vea muchas más Semanas Santas, aunque ya no como alcalde. Y lo mismo ocurre con Rosamar Prieto-Castro. Será su última Semana Santa como delegada municipal de Fiestas Mayores, pero esperamos y deseamos que participe en muchas más.

A muchos tampoco les hubiera importado que las siguiera viendo como delegada municipal de Fiestas Mayores. Esto es lo que se decía el domingo pasado en el Teatro de la Maestranza, después de los emotivos momentos que Rosamar vivió en el Pregón. Por última vez, hizo de presentadora y recibió una ovación que sonaba a homenaje, a cariño del público capillita, por una gestión nada fácil, estando donde estaba, y obligada a tratar con unos interlocutores donde no abundan los suyos del PSOE. Ése es un mérito añadido. Por lo menos el 80% de los que dieron una ovación de gala a Rosamar en el Teatro de la Maestranza son votantes del PP. ¿Significa eso que Rosamar se presentó por el PSOE para hacer una política como del PP? No, significa que Rosamar hizo lo que debía, cumplir su trabajo para todos los sevillanos, sin fijarse en el carné.

Ése ha sido el mejor aval de su gestión como concejal, en un apartado que es vistoso, como el de Fiestas Mayores, pero también bastante fastidiado. En el caso de la Semana Santa, siempre ha demostrado una sensibilidad a la medida. Y eso que a veces le han recordado que era granadina, como si fuera marciana, olvidando que ya lleva unas buenas temporadas en Sevilla. Y eso que a veces han intentado buscarle las cosquillas con sandeces, pero ella ha sabido mantenerse en su sitio. Y eso que los suyos a veces han parecido de los otros, y no le han ayudado siempre, pero ella ha intentado que no se notara.

Ha sido mérito de Rosamar lidiar con la derecha y con la izquierda. También encontrarse con unas setas y no morir en el intento; o lo de las sillitas de los chinos, la falsa ampliación de la carrera oficial, las sillas fuera de la carrera oficial y otras rarezas. Rosamar ha sobrevivido con éxito a todo, aunque no repetirá en la lista, ni falta que le hace, ¿para qué? Ella ya ha cumplido. Por eso, no es justo decir que ésta será su última Semana Santa, sino una más.

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