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NO estaban equivocados los que pronosticaban que 2012 no iba a llegar con una mejora de las perspectivas de la economía española. La previsible entrada en una nueva etapa de recesión, que es inasequible a los relevos gubernamentales y a la evolución positiva de los problemas de la deuda financiera, plantea un sombrío horizonte a corto y medio plazo para las empresas y las familias españolas. Los datos del desempleo, hechos públicos ayer en lo relativo al mes de enero, no dejan lugar a dudas. El paro registrado alcanzó en el primer mes del año un nuevo máximo de 4.599.829 personas, con un aumento de 177.000 sobre el mes anterior (seis mil nuevos parados cada día), pero aún resulta más significativo que el número de ocupados se redujera en 283.000, situando la afiliación a la Seguridad Social a niveles comparables a los de 2004. Un retroceso de ocho años. Por lo que respecta a Andalucía, el número de desempleados supera la tópica cifra del millón, extendiéndose por todos los sectores productivos y colocando a cientos de miles de familias sin empleo para ninguno de sus miembros al borde de la exclusión social. La comunidad autónoma andaluza, que afronta unas elecciones decisivas dentro de unas cuantas semanas, se encuentra en una verdadera situación de emergencia económica y social en la que los ciudadanos van perdiendo la esperanza de que los agentes de la política, imprescindibles en el sistema democrático, encuentren soluciones y adopten planes que hagan salir a la región del estado de postración en que se encuentra. La gravedad de la crisis global a la que nos enfrentamos y los propios desequilibrios de la economía andaluza, que parecen sobrevivir a treinta años de autogobierno, ponen en riesgo la cohesión de la sociedad y la propia legitimidad de las instituciones autonómicas, de cuya conquista y desarrollo los andaluces están orgullosos, pero a las que exigen cada vez más justificar su existencia a través de la eficacia y firmeza en la solución de los problemas colectivos. El primero de todos, el desempleo de un millón de trabajadores.

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