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LOS partidos han alcanzado tal estado de paranoia a cuenta del debate Zapatero-Rajoy que llegaron a negociar hasta los espejos de ¡la sala de maquillaje! de cada candidato, lo cual tendrá una influencia decisiva, seguro, en el voto de los españoles. ¿Se puede ser más cretino?

No es para tomárselo a broma. Todo lo que ha rodeado la preparación de los dos debates televisivos ha venido a confirmar que el periodismo entendido como ejercicio de la libertad de expresión, pluralismo y crítica está a punto de fallecer. Los políticos lo han cercado y las empresas editoras y los periodistas lo hemos aceptado. Así están las cosas.

Los debates, en efecto, se han negociado en función de los intereses y las conveniencias de PSOE y PP. Ellos lo han decidido todo sobre el formato del programa y sus circunstancias colaterales, han pactado los asuntos a tratar, han vetado a los periodistas que les ha venido en gana, han encorsetado el debate hasta asfixiarlo, han convertido a los moderadores en vigilantes del cronómetro... Nada que ver con un genero periodístico al servicio de los ciudadanos. Simplemente, la moderna tecnología de la comunicación al servicio de los partidos.

No se trata de un fenómeno aislado. Es congruente con toda esta campaña electoral, que ha llevado al extremo los vicios -desde el punto de vista informativo- ya apuntados en las anteriores. Por ejemplo, las caravanas de informadores que siguen a los candidatos por toda España. Yo lo he hecho varias veces aquí en Andalucía y puedo asegurarles que lo interesante y noticioso nunca estaba en los mítines ni en las ruedas de prensa, sino en los contactos oficiosos con los candidatos y su entorno, los alcaldes de los pueblos y los militantes de base; en los restaurantes y cafés, en las calles y plazas, antes que en la tarima o el polideportivo. De ahí se aprendía más y, por eso, se contaban a lectores y oyentes historias más auténticas y percepciones más ajustadas a la realidad.

¿Qué pasa ahora? Pues que los enviados especiales de los medios informativos "empotrados" en las caravanas no tienen ninguna relación con los líderes, que viajan aparte y a los que no ven más que en las tediosas ruedas de prensa y en los abortivos mítines, precisamente los ámbitos en que lo único que puede registrarse son los mensajes que en cada momento interesa difundir a los partidos, mensajes que con frecuencia constituyen la parte de la historia menos conectada con el periodismo. Los periodistas son, así, correas de transmisión de la política, altavoces de estrategias ajenas, receptores de platos cocinados por los gabinetes de imagen.

Si tienen paciencia, mañana seguimos con el tema. Gracias.

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