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la tribuna económica

Joaquín / Aurioles

Por qué el mundo desconfía de Europa

EL FMI acaba de revisar a la baja sus previsiones para 2012 sobre crecimiento económico mundial, culpando a Europa del empeoramiento. Se deterioran las condiciones de financiación, continúan los problemas de la deuda soberana y se espera una ligera recesión durante este año. Para España e Italia se pronostica una fuerte caída en 2012 (de 1,7 y 2,2 %, respectivamente) y dos o tres años más de duros ajustes, durante los cuales se espera que pueda articularse el cambio de modelo productivo, del que tanto se habló en 2009 y 2010. El resto del mundo no será ajeno a las consecuencias de la crisis europea, aunque quedarán limitadas a una amortiguación en el crecimiento que, no obstante, se mantendrá en torno al 3,3% para el conjunto y al 5,4% para las economías emergentes y en desarrollo.

Una ojeada a la forma en que en el resto del mundo se percibe la imagen de Europa lleva a concluir que en el indiscutible deterioro influyen dos poderosas razones y un denominador común. El denominador es que los responsables políticos de lidiar con la crisis, en sus diferentes manifestaciones, no están a la altura de las circunstancias y las razones de ello se relacionan con su incapacidad para encontrar las recetas adecuadas y con graves errores de diagnóstico. Las dificultades para encontrar las soluciones no tienen tanto que ver con cuestiones de habilidad técnica o política, sino con problemas de coordinación y preferencias e incluso con la falta de coraje político para la adopción de medidas impopulares. Sería la explicación a las fuertes desviaciones en los objetivos de déficit en España, Francia o Reino Unido y la razón última para la instalación de gobiernos tecnócratas en los casos de Grecia e Italia. Con los errores de diagnóstico se hace referencia a una oposición cada vez más sólida y convincente a la doctrina Merkel-Sarkozy sobre prioridades de política económica en Europa. Aunque se admite que en el origen de las dificultades están el déficit público y la deuda soberana, los verdaderos problemas son las perspectivas de crecimiento negativo para este año, la ausencia de expectativas para los siguientes y el descontrol del desempleo, especialmente en España. Es el núcleo básico de los argumentos esgrimidos por Standard & Poor's para rebajar la calificación crediticia de la deuda pública de unos cuantos países europeos y también el eje central de las advertencias del FMI, y de su más prestigioso portavoz, Olivier Blanchard, sobre las adversas consecuencias de un ajuste fiscal excesivamente duro en las circunstancias actuales. Por otra parte, el medio billón de euros en préstamos a tres años concedidos por el BCE a la banca europea suena en muchos oídos de manera parecida a las "facilidades cuantitativas" de la Reserva Federal norteamericana, lo que lleva a pensar que desde hace algún tiempo es posible hablar en Europa de orientación anticíclica en la política económica, aunque para ver si también podrá llevarse a la práctica en un futuro inmediato habrá que esperar a la cumbre de la próxima semana y al informe sobre perspectivas que la Comisión suele hacer público en el mes de febrero.

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