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Al punto

Juan Ojeda

Un mundo de posibilidades

LA Junta de Andalucía, en su momento, tuvo que hacer de tripas corazón, y aceptar que parte de la deuda histórica se la pagase el Gobierno central con solares que, a estas alturas, no sabemos si siguen siendo tales o han sido capaces de convertirlos en dinero contante y sonante. Pero, tal como está el patio inmobiliario, tiene uno la duda razonable de que dicha dación en pago haya podido ser transformada en efectivo, con lo cual el problema de tesorería seguirá existiendo y, si esto continúa así, podremos decir lo mismo dentro de unos cuantos años.

Pero, cuidado, que a lo mejor la solución la ha dado la Federación Española de Municipios, a propuesta del alcalde de Córdoba, Andrés Ocaña, que ha planteado que los Ayuntamientos que tengan que devolver dinero a las arcas centrales, tras la liquidación del adelanto a cuenta de la participación en los ingresos del Estado, puedan hacerlo también con solares de propiedad municipal. O sea, otra dación en pago. Y el argumento que se emplea es lógico. Si el Estado puede liquidar su deuda con la Junta con solares, ¿por qué los ayuntamientos no van a utilizar el mismo método para ponerse al día con el Estado? Es de cajón, o todos, o ninguno.

Pero ya puestos, podríamos dar un pasito más. Y es que la Junta de Andalucía que, seguramente, estará en deuda con los ayuntamientos, pueda hacer frente a ella entregándoles solares, que pudieran ser los mismos que el Estado le entregó a la Junta, con lo cual, los ayuntamientos le devolverían al Estado los mismos solares que éste le entregó a la Junta. Y así, cerramos el círculo.

Para no liarnos, porque ésta es una operación de ingeniería financiera de gran altura, y que puede repetirse hasta la saciedad y en múltiples direcciones, lo mejor sería hacer un catálogo de solares de titularidad pública, bien sea del Estado, las autonomías o los ayuntamientos. A esos solares se les aplicaría un valor contable en el que todos estuviesen de acuerdo, de forma que, cuando unos tuviesen que pagar a los otros se recurriría a ese catálogo y, en vez de saldar las deudas con dinero de curso legal, se harían transmisiones patrimoniales con las escrituras de propiedad. Con este método innovador, todos contentos y buenos pagadores.

Se trata, en el fondo, de recuperar la vieja tradición del pago en especie, que es como se hacían las cosas antes de que se inventase el dinero. En mala hora se le ocurrió a alguien. Y, rizando el rizo, si los solares se acaban, podríamos recurrir a pagar con vacas, gallinas, cerditos ibéricos, aceite de oliva virgen o verduras frescas. Si somos capaces de hacerlo, se nos abre un insospechado mundo de posibilidades.

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