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La ciudad y los días

carlos / colón

De muñecos y campanas

EL señor portavoz de IU en el Ayuntamiento tiene todo el derecho a burlarse en las redes del cartel que tanta gente cuelga de sus balcones en navidades, parodiándolo cambiando su lema por "Dios no existe. Esto es un muñeco". ¡Viva la libertad de expresión! Incluso tiene derecho a colgarlo de su balcón, si le viene en gana. Sería muy del Buñuel de La vía láctea el espectáculo de una ciudad en la que el ateísmo y el teísmo se batieran en público a través de carteles colgados en los balcones. Le sobra lo del muñeco, porque es ofensivo y reductivo. La imagen escogida para las colgaduras no es muy afortunada porque el arte cristiano de los siglos XIX y XX es rico en imágenes sin calidad: ese mal gusto que los franceses llaman saint-sulpicien aludiendo a las tiendas de horrorosos objetos religiosos del barrio parisino de Saint-Sulpice. Pero está claro que al llamarle muñeco esta luminaria de IU no entraba en el terreno de la crítica artística sino en el del insulto y la agresión a los sentimientos religiosos.

Ahora la ha tomado con las campanas de San Gonzalo. De vez en cuando salta la memez de acusar a las campanas de provocar "contaminación acústica" (¡vaya gilipollez llamar así a su hermoso sonido!). La mayoría de los vecinos dicen que, lejos de molestarles, les encanta y les trae recuerdos. ¿Entonces? Algo -por ejemplo los mensajes que este camarada cuelga en las redes- me dice que una vez más no se trata de la "contaminación acústica", sino de aversión a lo religioso y de una sectaria concepción del espacio público del que se quiere erradicar cualquier huella religiosa. Este fin de semana oía las campanas de la hermosa iglesia de un pueblecito y su sonido formaba parte, como algo propio hecho por los siglos, del silencio blanco de cales y del rudo horizonte de montes y alcornoques.

Campanas religiosas o laicas de iglesias o ayuntamientos han dado las horas y avisado a misa sin poner en peligro la salud de los vecinos. Tal vez el señor portavoz de IU y su camarada Oliva tengan el oído tan sensible porque estas campanas tienen que ver con esa cosa indeseable que es la religión… Y para colmo, la católica. Tal vez si cada hora saliera un muñequito miliciano como el legionario de Omaita y la Antonia tocando La internacional con una trompetilla, o si fueran los multiculturales sonidos de un almuédano o de unas trompas tibetanas, no asumirían con tanto fervor la defensa del silencio. Tal vez...

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